Título: Las verdaderas historias de amor son pasajeras. Autora: Pilar Aguarón Edita: La Fragua del Trovador. Páginas: 162
Las verdaderas historias de amor son pasajeras, un intrigante título para un libro con quince relatos que nos llevan por las recreaciones de ensueño a las que accede la buena literatura. Y además del título, es la portada lo primero que nos atrapa, con ese contraste paradójico de observar un rostro angustiado rodeado de colores alegres, festivos, vibrantes. También la cuidada edición de Luis Sanz (La Fragua del Trovador) nos incita, nos atrae. Título, portada, hechura... tres imanes que se unen al tirón que como autora Pilar Aguarón Ezpeleta está alcanzando en el panorama narrativo.Pilar Aguarón, destacada pintora, como demuestra con las aceradas ilustraciones que acompañan a los relatos de esta obra, comenzó tardíamente su andadura como escritora, en 2008, con un libro de relatos breves titulado precisamente “Relatos breves”. Su especialidad literaria se ha asentado en esa brevedad, aunque ha tenido una incursión en novela con “Hueles a sándalo” (2010, Editorial Certeza). Su anterior entrega, “La casa de los arquillos”, como confirmación de que se ha convertido en la autora fetiche de la Editorial La Fragua del Trovador, dentro de la cual dirige la colección Palabras contadas, puede considerarse un híbrido entre libro de relatos y novela, porque conjuga una visión conjunta de argumento global con la estructura y técnica del relato corto. En Las verdaderas historias de amor son pasajeras, hay suspiros de novela en algunos de los relatos, ya largos, y que presentan pie para elaborar una historia de gran calado, como por ejemplo en Triunfos de guerra, El mundo de Luisi, o La viuda del divisionario.
Quince relatos, cada uno con su impronta, a veces punzante, a veces trágica, que, la mayoría de ellos, se sumergen en hechos protagonizados por mujeres sometidas a una relación sentimental. Sí, sometidas. Y casi siempre con amargura, con dolor o con melancolía. Hay relatos muy duros, como el último, Chesterfiled sin filtro; eróticos, como Love me tender; jocosos, como El mundo de Luisi; simbólicos, como Azul ultramar; o devastadores, como La viuda del divisionario... y todos ellos, tan variados, que se unen por unas voces que miran cada historia con naturalidad, como si lo estrambótico fuera lo que nos ocurre cada día, como si nuestra realidad estuviera fuera la normalidad, porque la normalidad sería la que nos cuenta esa voz, a veces en primera persona, muy involucrada en el argumento, a veces desde lejos, a modo de notario implacable. Reseña: José Antonio Prades