Revista Sociedad

Las vergüenzas de la Zarzuela

Publicado el 27 junio 2014 por Abel Ros

Doña Cristina ha sido "escondida" o, al menos, "anulada" de los actos oficiales de la Monarquía 


Las vergüenzas de la Zarzuela
a imputación de doña Cristina no ha caído bien en los foros de la Caverna. No ha caído bien, les decía, porque tanto La Razón de Marhuenda como las páginas de Rubido – director de ABC – han puesto "a parir" a Castro por cuestionar la "honorabilidad" de la Infanta. Las declaraciones que hizo la hija del exrey, el pasado mes de enero, al juez instructor del caso Nóos se basaron en evasivas, monosílabos y gestos de sorpresa; como si esa "película" – los negocietes de su marido – no fueran con su persona o, dicho de otro modo, como si en "los diálogos de su matrimonio", el trabajo de Iñaki fuese tabú de puertas para adentro. No olvidemos, que don Juan Carlos, ya advirtió a su yerno que se dejase de "tonterías", puesto que estos flirteos entre negocios y monarquía no iban a traer nada bueno para la Casa Real. Tanto es así, que el matrimonio vivió durante un tiempo en Washington para evitar, entre otras cosas, manchar la idílica labor de S.M., al frente de la Corona, durante sus tres décadas y pico de reinado.

Las argumentaciones de Castro para imputar a la Infanta se basan, principalmente, en el sentido común y en la existencia de una "colaboración silenciosa" entre doña Cristina y su marido al frente de Nóos. Si Iñaki Urdangarín no hubiese sido el esposo de la Infata, o sea el yerno del exrey, probablemente otro gallo cantaría, hoy, en los corrales de la Zarzuela. Es, precisamente, el vínculo sentimental entre el duque de Palma y su señora, el que sirvió a él y a su socio – Diego Torres – para hacer "negocios de paja" a costa de la Monarquía. Probablemente, doña Cristina se dejó llevar por las brisas del dinero y el talento de su esposo. Probablemente, firmó con la ingenuidad de una niña, los papeles que le ponía encima de la mesa su marido. Ahora bien, lo cierto y verdad, queridísimos lectores, es que si el juez Castro no tuviese indicios jurídicos para imputar y, posiblemente, procesar a Cristina no lo hubiere hecho. No lo hubiere hecho, les decía, porque obrar de tal manera, en la jerga de las togas, se llama "prevaricar". Y no creo, – creemos – que este señor haya prevaricado por una cuestión de narcisismo mediático, como algunos medios han subrayado.

"Si don Juan Carlos se hubiera esperado un mes para abdicar – decían esta mañana en la cola del Sabadell – quizás hoy no tendríamos nuevo Rey". Es, precisamente, esta reflexión de las voces mundanas, la que invita a la crítica a reflexionar sobre las "vergüenzas de la Zarzuela". La "reimputación" de doña Cristina, siendo todavía "hija del Rey", hubiese deteriorado, todavía más, la imagen de la Monarquía y entorpecido una "sucesión tranquila", como la acontecida. Así las cosas, durante todo este tiempo, doña Cristina ha sido "escondida" o, al menos, "anulada" de los actos oficiales de la Monarquía. La imagen de la Infanta llegando a los juzgados de Palma – hace cinco meses – perjudicó a la marca España y le restó credibilidad al resto de las instituciones. Aunque el "barro" del caso Nóos solamente salpicara a ella y a su marido, ser "la hija del Rey" arrastraba el "fango" hacia sus más allegados. Tanto es así, que el día de la proclamación de su hermano, ella estuvo "desterrada" al sofá de la Zarzuela. La Casa Real no podía consistir – en conclusiones de la crítica – que ella, la "oveja negra" de la familia, pusiera el acento mediático a una "monarquía renovada para un tiempo nuevo", en palabras del proclamado.

Si el auto del juez Castro se consolida, o dicho de otra manera, si sigue adelante el procesamiento de doña Cristina y, los intentos de la Fiscalía caen en sacos rotos; es muy probable que veamos a la Infanta en alguna prisión de España. Es muy probable, les decía, – aunque cueste creerlo – porque, según dicen los versados en leyes, los delitos que se le imputan superan, con creces, los dos años que establece el Código Penal para librarse de las rejas. Así las cosas, la hermana del Rey y su marido se convertirían en los "nuevos Barcenas" de la parrilla. El encarcelamiento hipotético de doña Cristina sería el notición del siglo, junto a la muerte de Suárez y la abdicación de su padre. Ahora bien, ¿sería justo que doña Cristina fuese a la cárcel por la ignorancia de su pluma? No, pero la "justicia es igual para todos", como dijo don Juan Carlos, y el desconocimiento de las leyes no exime a los ciudadanos de su cumplimiento. Luego, da igual que se llame Cristina de Borbón, que se hija de exrey y hermana de Rey; la independencia del poder judicial debe estar por encima de los títulos y las distinciones de clase. Si no fuera así, volveríamos a las corruptelas palaciegas de Felipe V y otros "jefecillos" que por llevar corona, ancha era Castilla.

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