No he podido escribir últimamente en el blog… y hoy, después de unos días de verdadera indignación, necesito echar fuera los demonios.
Soy hija de médicos. Mis padres han dedicado más de media vida al cuidado de las mujeres, sus embarazos y sus partos. Jamás (pero jamás de los jamases) les he escuchado bromear con ello y mucho menos burlarse de sus pacientes. He crecido viéndoles amar y respetar el milagro del nacimiento. Me han inculcado esa admiración desde siempre.
Por eso me parece inaudito que se pueda hacer chistes tan groseros, como los que ha publicado la SEGO en su gaceta electrónica. Que estos dibujos existan no me produce tanto horror (finalmente hay gente desubicada y cruel en todas partes) como el hecho de que su Sociedad Científica –que se debe a las mujeres que atiende y de las que finalmente, vive- difunda, celebre y considere “humor” estos dibujitos de mala muerte.
Me preocupa que, por un lado, aquellos caducos y trasnochados médicos del siglo pasado, ejerzan la medicina y el poder al mismo tiempo. Que estas viñetas no sean más que un reflejo del verdadero sentir (y proceder) de aquellos a los que, no sin razón, hemos apodado GINESAURIOS.
Por otro, que aquellos que dicen sentirse comprometidos con las mujeres no hayan sido capaces de dar la voz de alarma. Que no hayan protestado o hecho visible esta infamia. Ojalá que el motivo sea porque nadie lea la susodicha gaceta.
Me preocupa que, en una sociedad médica en la que también se acogen mujeres, ninguna se haya sentido ofendida con las viñetas en cuestión. Que ninguna se “subleve” del machismo que acampa feliz entre tanta bata.
Han sido unos días largos. Ya varios medios han lanzado la noticia y se han pronunciado. A esta hora, se han hecho miles de descargas y se han cruzado miles de e-mails. Cientos de mujeres están indignadas al mismo tiempo, enviando cartas, rellenando formularios de queja….
Dentro de las respuestas a este tema, he recibido algunas sorpresas. Gente que yo pensaba que apoyaría la denuncia no sólo no lo ha hecho, sino que nos ha cuestionado y señalado como exageradas y dramáticas. Y también al revés: gente con la que yo no contaba, nos ha llamado indignada e incluso nos anima a denunciarlo ante la justicia.
Creo que queda muy claro que hacer visible este hecho no es un linchamiento público contra nadie. Los mismos dibujos en otro contexto hubieran merecido nuestro desprecio y tal vez una nota, pero nada más. Lo grave y lo que no se puede admitir bajo ninguna de las maneras, es que se refleje en una publicación oficial de la Sociedad que reúne justamente a los profesionales que se dedican a la salud de las mujeres.
Es inadmisible, vergonzoso y cobarde.
A estas horas espero la reacción de las instituciones. Las de aquellos organismos que defienden a las mujeres y que nos llenan de discursos cada 25 de noviembre. De momento, ninguna.
Empezaba este post hablando de mis padres. Hoy, en algunas latitudes, se celebra el día del Médico y por eso les dedico esta nota a ellos. Excelentes profesionales, amantes de su trabajo y con alta vocación de servicio. Son ellos –que se indignaron tanto como yo con estas viñetas y lo que representan- los que me han enseñado el valor del respeto humano. A mis padres y a los demás profesionales que creen en lo que hacen y lo hacen con amor: gracias.