El desembarco aliado en las costas de Normandía el 6 de junio de 1944 fue una operación sobre la que se ha escrito mucho (incluso en este blog), pero tanto Estados Unidos como Francia han olvidado unos hechos que han marcado de por vida a las víctimas francesas y sus familias. Se sabe de las violaciones cometidas por los soviéticos a las mujeres germanas cuando estos entraron en Alemania, pero pocos conocen que indeseables soldados estadounidenses abusaron y violaron a mujeres francesas tras el Día D.
Para los soldados norteamericanos las francesas eran mujeres fáciles, entre otras cosas porque desde la revista "Stars and Stripes" Francia era presentada casi como un gran prostíbulo y que las francesas eran “bellas, acogedoras y demostrativas”. Una idea que ya venía de las historias de veteranos de la Primera Guerra Mundial, que contaban sus exageradas aventuras eróticas en el país galo.
Los soldados que atravesaban los pueblos y ciudades liberadas no estaban acostumbrados la efusividad con la que eran recibidos por las mujeres que veían en ellos a sus libertadores. Solo hay que fijarse en las imágenes de la época. El caos resultante, va desde sexo en público con prostitutas, hasta violación y la proliferación de enfermedades venéreas.
Las violaciones no eran perpetradas por los soldados de primera línea, eran cometidas, en casi todos los casos, por las unidades de apoyo y sucedieron en todas las ciudades donde los soldados estadounidenses se encontraban estacionados.
Hasta poco después de terminada la guerra, los tribunales militares norteamericanos en Francia llegaron a juzgar a casi 140 soldados por violación, de los que 68 fueron condenados a cadena perpetua y 29 a pena de muerte, según cifras oficiales. Según la historiadora Marie-Louise Roberts se denunciaron más de 3.600 violaciones. Muchas otras víctimas nunca presentaron una denuncia por lo que las cifras pueden ser ser mucho mayores.
Las acusaciones de violación en el ejército estadounidense fueron superiores hacia el final de la guerra. En enero de 1945 fueron dieciocho, pasando a treinta y una, en el mes de febrero, llegando a marzo con 402 y 501 en abril. Ya finalizada la contienda las denuncias se fueron reduciendo en los meses siguientes. Del 15 al 50% de las mismas acabaron en juicio, y del 30 al 50% de los juicios terminó, en condena. Sin embargo, la proporción de soldados ejecutados con respecto a las denuncias presentadas fue mayor que la de cualquier otro país aliado.
Muy destacable es que entre los soldados juzgados la mayoría eran soldados afroamericanos, en un ejercito en el que existía la segregación racial y en el que eran solo el 10% de los efectivos. De los veintinueve soldados que fueron ejecutados por violación, veinticinco eran negros. El verdugo encargado de la horca era el sucio e incompetente John C. Woods, que se encargó de ajusticiar a los condenados en los juicios de Nüremberg. La orden de colgar a los declarados culpable tras el juicio partió del comandante en jefe de las tropas aliadas, Dwight Eisenhower. Los ajusticiados descansan en una parcela que no se puede visitar, la Parcela E del cementerio Oise-Aisne.
La primera violación registrada por las autoridades militares se produjo apenas dos meses después del Día D. El Ejército estadounidense violó a unas 17.000 mujeres a lo largo de la guerra.
Para saber más:
Después del Reich: Crimen y castigo en la posguerra alemana, de Giles MacDonogh
What soldiers do: Sex and the American G.I. in World War Two France, 1944-1946, de Marie-Louise Roberts
La face caché de los GI’s: Les viols commis par des soldats americains en France, en Angletere et en Allemage, pendant la Second Guerre Mondial, de Robert Lilly
El Confidencial
Digital Sevilla
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