Revista Asia
Hasta 1997 la entrada de los extranjeros en Corea del Norte estaba restringida con la excepción de líderes políticos de semejante ideología a la norcoreana. Recordemos aquella imagen donde Kim Il-Sung saludaba a sus habitantes junto a Ceaucescu por las calles principales de Pyongyang en diversas ocasiones de los años setenta (en 1971, 1975 y 1978). Pero la élite política del país se dio cuenta a partir de los finales de los años ochenta la necesidad de atraer a los turistas extranjeros mostrando las "maravillas" como las estatuas de los dos líderes que aún perduraban o zonas más modernas de la capital. Y dicha práctica no se llevó hasta los mediados de los noventa por la hambruna que azotaba el país y por el miedo de que la curiosidad de los visitantes se extendiera más allá de Pyongyang.
Cada año unos cien mil turistas visitan Corea del Norte. Siempre acompañados de funcionarios del régimen. Especialmente la llegada de los visitantes aumentan cuando hay el Festival de Arirang (también llamado como los Mass Games) durante cinco días como mucho (una semana de estancia ya sería demasiado sospechoso) y previo pago de tres mil dólares aproximados. Por ejemplo, un punto a favor que tiene Corea del Norte es que la mayor parte del patrimonio natural son conservadas con el mínimo detalle (algo que países como China o Corea del Sur deberían tomar nota) pero la inconveniencia es que siempre andarían vigilados. Cien mil es un número considerable para el país hermético pero que tener en cuenta que casi la inmensa mayoría de aquellos visitantes son de procedencia china.
Luego existen entre aquellos visitantes que buscan Corea del Norte tratando de estrechar lazos ideológicos parecidos. Me refiero a la visita de algunos miembros de sindicato austriaco al país la semana pasada. Y hace años un familiar del ex-primer ministro griego Yorgos Papandreu también visitó Corea del Norte pensando que ahí existe aún la semilla del "socialismo real". Ojo, siempre he defendido el papel fundamental de los sindicatos por su lucha incansable por los derechos de los trabajadores ante las irregularidades que constantemente presentan las empresas. Pero lo que yo quiero preguntarles es que en la nación hermética donde comete graves violaciones de derechos humanos (quizá el más grave de los últimos años) los que visitaron, que tipo de respuestas pueden dar respecto a ello y pueden mantener una postura firme para condenar dicha práctica maliciosa que dirige el régimen casi a diario. El diario de Corea del Norte