Estas últimas semanas he reflexionando respecto a ciertas situaciones que he denominado "las zonas grises de la violencia intrafamiliar", esto se debe a la encrucijada en que te puedes encontrar tú como víctima, y hago hincapié que en esto incluyo tanto a mujeres como a hombres.
No hay duda alguna que si tu pareja, marido, esposa o algún familiar te agrede físicamente, ya sea golpeando tu cuerpo, dejando marcas visibles como moretones, rasguños etc., nadie pondrá en duda que has sido víctima de violencia física. Si de estas mismas personas recibes insultos, denigraciones o palabras que afecten tu autoestima y tu integridad psicológica, nadie dudará que eres víctima de violencia psicológica, en este caso.
Sin embargo, hay situaciones respecto de las cuáles creo que en Chile aún las consideramos "normales" o bien que no son formas de violencia. La zona gris más importante a mi juicio, es el silencio, tal como lo leen. Sé que más de alguien se extrañará y pensará "pero cómo el silencio va a ser una forma de violencia", lamentablemente es más simple de lo que creemos... basta con que tu pareja te deje de dirigir la palabra en las noches "porque fue un día complicado en el trabajo, tú no lo entenderías", o diga "apaga la televisión quiero dormir", "no tengo ganas de acompañarte a cenar, estoy cansado/cansada", sin darnos cuenta estas situaciones se van haciendo parte de la vida de pareja generando un alejamiento.Lentamente se va produciendo un distanciamiento, dado que producto de miles de excusas se va generando una brecha, llegando al punto de que una pareja sea incapaz de comunicarse viviendo bajo el mismo techo. Al no existir comunicación, la víctima de esta situación se ve privada del apoyo que debería encontrar en su pareja, por lo que se produce una situación de "abandono emocional", porque si bien las necesidades económicas suelen estar cubiertas, no hay peor vacío que la persona que dice amarte te haga sentir sola o solo.Esta misma situación la llevo al caso de los padres con sus hijos, cuando estos son pequeños, el centro del mundo, para ellos, son sus respectivos progenitores, de los cuáles esperan protección y apoyo. Si el padre, madre o ambos dejan de interesarse en sus hijos, no los ayudan a hacer sus tareas, no los contienen emocionalmente ni los alientan a seguir luchando, para mí constituye un abandono puesto que no basta con que los niños se lleven la comida al colegio y tengan la ropa limpia, ellos necesitan una fuente de retro-alimentación afectiva, de manera que ante la figura de uno o ambos padres ausentes el niño crecerá inseguro de sí mismo y con un carencia afectiva enorme.En ambas situaciones, el abandono es precedido al silencio, de manera que los invito a reflexionar sobre estas situaciones y a que abramos más los ojos para ir creando conciencia, ya que depende de nosotros hacer de este mundo un lugar mejor para las generaciones que vendrán.