Por María Carla González
El banquero Guillermo Lasso fracasa en unir a la oposición de la Revolución Ciudadana. Supuestos aliados lo tildan de falta de carisma y liderazgo político. Si bien es capaz de generar plata para los que ya tienen, su truco de generar empleo parece un guión de Walt Disney, pura fantasía.
¿Doónde están los bancos que prestaron a los pobres para salir de la pobreza?; o bajar de la sierra para construir casas; o invirtieron en transporte; o construyeron hospitales para curar a los enfermos y atender a discapacitados.
Se necesitan muchas mentiras, perdón votos, para ubicarlo al frente del país, y esperar que los sueños se tornen pesadillas. Ni sus aliados creen mucho en su proyecto de país, cuando no ofrece alternativas para incrementar el poder regional y nacional.
¿Cómo se puede poner al frente del Estado, a quien no cree en el Estado? Su discurso neoliberal lo demuestra y basta ver cómo gobiernos latinoamericanos, de esta filosofía, dejaron a sus pueblos desprovistos de recursos que entregaron a intereses foráneos. Se equivocan quienes consideran que el Señor Lasso, apostará por el capital nacional e incrementará sus arcas; ya existen hambrientos consorcios esperando porque el voto popular se equivoque y le sirvan el país en bandeja de plata.
No será Lasso el que vista con imagen de típico ecuatoriano, ni se mezclará con los indígenas para compartir y escucharlos; lucirá como lo que soñó, un magnate de bancos, alejado del sol y el sudor.
Los argumentos electorales que utilice para intentar aglutinar a los inconformes o confundidos, serán olvidados como promesas que el viento se llevó. ¿Cuántas imágenes existen del banquero preocupado y ocupado por iniciativas sociales?
Hay quienes confían en los discursos de Lasso; pero sus sueños, se convertirán en pesadillas. No será precisamente el banquero quien irá a la sierra y hará misericordia.
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