Traigo hoy, con sumo placer, a la sección de firmas “invitadas” a Laura, no sólo porque es amiga mía, sino porque he tenido la suerte de compartir muchas reflexiones con ella. Está magníficamente preparada, sabe lo que dice… y quizá por ello tras una formación brillante, en la que aportaba tanto como recibía en un aula, todavía está en paro. Cuánto talento desperdiciamos en este país….
Estos días en varias ciudades del país –y tomando como referencia Sol, en Madrid- un número importante de ciudadanos y ciudadanas de origen heterogéneo se manifiestan y/o acampan por una democracia real al grito de: Que no, que no, que no nos representan; Lo llaman democracia y no lo es; Poco pan para tanto chorizo; etc. Se dice, según la fuente y si lo que se pretende es legitimar o desautorizar estas protestas, que son indignados e indignadas con la situación actual de desempleo y crisis, izquierdistas radicales y/o antisistemas, incluso que están dirigidos por Rubalcaba desde la sombra….
Son, en último término, ciudadanos y ciudadanas que ejercen sus derechos constitucionales de forma pacífica[i] pero no se puede definir y enjaular en categorías o conceptos porque como movimiento social está colectivamente describiéndose en este momento, en cada asamblea, en cada apropiación del espacio….
Sí podemos hacer, a estas alturas, una breve aproximación a los argumentos comunes -por compartidos, no por vulgares- que subyacen, a mi juicio, tras los y las participantes, estén o no organizados, con o sin adscripción política:
a) El ejercicio de la ciudadanía queda limitado, en la práctica, a ejercer –o no- el derecho a voto cada x tiempo. Luego la democracia en este contexto queda limitada a una falacia lógica que presenta como verdadero/real algo que no lo es.
b) La –supuesta- función social de intermediación y representación de intereses que implica-teóricamente- la acción de los partidos políticos ha quedado reducida a representar intereses particulares: bien de la banca (bancocracia); de los más ricos y/o poderosos (timocracia o plutocracia); bien de ellos mismos (caciquismo, dedocracia, corrupción…)
c) Se necesita un cambio y para ello hemos de dirigir la reflexión y el análisis, las teorías y los discursos, así como las prácticas, los métodos y la acción, tanto colectiva como individualmente, hacia una democracia real.
De esta forma, la protesta es, a mi modo de entender, apartidista pero no apolítica, es decir, no está sujeta a rígidas y –pretendidamente- inmutables estructuras de pensamiento y acción (sea un partido político, una ideología, el Estado, sindicatos, etc.) pero quiere influir/modificar/cambiar la estructura/distribución del poder existente. Para ello, ya ha dado un primer paso[ii]: se ha manifestado y se está organizando de forma horizontal, asamblearia, para definir propuestas concretas, la “hoja de ruta”, el cómo articular la indignación. Animando, además, a la participación del resto de la ciudadanía.
[i] Aunque hubo quienes no lo hicieron de esta forma, en ningún caso ilustran el sentimiento de la mayoría participante que rechaza la violencia.
[ii] También han dado un paso aquellos que se sienten amenazados, piden su voto o les tachan de radicales, ¡Cuidadito que estamos en elecciones! Advierte la junta electoral…
Laura Ferrando, 19 de mayo de 2011