A continuación reproduzco una excelente entrevista a Laura Gutman, realizada por Beatrice Pieper para la revista Uakix, edición 30 de Abril de 2009.
Un Café con Laura Gutman
Bea: Hola Laura, es un placer y un orgullo tenerte en nuestra revista, hace tiempo que llevo dándole vueltas a poder transmitir a nuestros lectores lo importante que es el papel de la madre en la sociedad. Se que ahora me ocupa porque me ha tocado ser madre y es por ello que me planteo mucho el legado que les estamos dejando a nuestros hijos, y sobre todo lo importante que es lo que hagamos para ayudar a que ellos, nuestros hijos y futuros adultos, sean personas más felices en su vida. Bueno... ¿quieres un café o un té?
Laura: Café, gracias
Bea: ...me he leído todos tus libros y me parecen de lo más interesantes y de lo más necesarios, con verdades claras, contundentes y sencillas, para que las madres seamos muy conscientes de lo que es ser madre. Ahora has publicado tu último libro que se titula LA REVOLUCIÓN DE LAS MADRES, que me ha concienciado mucho, y me gustaría que en pocas palabras, nos cuentes que pautas crees que deben de seguir las madres actuales para que desde el principio de la educación de sus hijos, puedan ayudar a que este mundo sea un mundo mejor.
Laura: No creo en las pautas a seguir. No me parece que las madres tengamos que esforzarnos más aún en hacer lo correcto. Pero sí merecemos comprendernos más, saber de dónde provenimos en términos emocionales y comprender por qué nos pasa lo que nos pasa, por qué actuamos como actuamos y por qué sentimos lo que sentimos. Si nos comprendemos de verdad, tendremos recursos para cambiar lo que nos hace mal.
Bea: Tomo nota…….Y ¿Tú crees que hay una nueva generación de madres que están más conscientes de lo que significa criar a un hijo?
Laura: Los movimientos son pendulares: en la medida que las mujeres estamos accediendo con mayor entusiasmo al ámbito público, a la autonomía y a la libertad personales, vamos abandonando la identidad centrada en la interioridad, la nutrición y la maternidad. Creo que la generación actual está abandonando a los niños más que antes, por lo tanto, es lógico que al mismo tiempo aparezcan movimientos de madres conscientes, que además de criar niños quieran organizar un pensamiento en relación a estas temáticas. Es decir, aparecen simultáneamente madres centradas en sí mismas y madres centradas en la crianza, con pasión y compromiso.
Bea: Es posible que algunas madres que nos están leyendo no sean conscientes de NO estar haciendo un buen maternaje, ya que simplemente están repitiendo lo que han hecho con ellas, ¿qué señales destacarías para concienciar a una madre de que puede hacerlo mejor y/o de otro modo para que sea consciente de la huella que puede dejar en su hijo/a para el resto de su vida?
Laura: Por supuesto, para cada una de nosotras, lo que hacemos, es “lo normal”, lo conocido. Todas las madres hacemos “lo máximo que podemos”. Nunca he conocido a una madre que haga “lo mínimo posible”. De todas maneras nadie puede opinar desde afuera de una escena, lo que una madre “debería” hacer. Eso me parece arbitrario, autoritario y estúpido. Ahora bien, las señales que tenemos para saber si lo estamos haciendo bien, son aquellas que expresa el niño pequeño. Si llora, si se queja, si está triste, si se enferma…pues…algo pasa. Y eso que le pasa depende de los cuidados que reciba: el amparo, el cobijo, la nutrición, el contacto y la presencia recibidas –o no- en su justa medida según el punto de vista del niño. Ese es el único parámetro, en mi opinión.
Bea: bien, claro son señales obvias que muchas veces no percibimos como “problema nuestro si no sólo del bebé”…..si me permites me gustaría poner un fragmento de tu último libro “La Revolución de las madres” donde creo que se contestaría perfectamente a la pregunta de…. ¿cuál crees que es nuestra revolución?
Fragmento del libro La Revolución de las Madres:
La nuestra es una revolución silenciosa, amorosa y pacífica. Es una revolución doméstica, en el sentido más sublime del término. Es un cambio cotidiano, permanente, cariñoso, tierno y compartido.
Hacemos la revolución cada mañana cuando despertamos sudando envueltas en el cuerpo del niño pequeño. Cuando la divinidad femenina se hace presente a través del alimento que ofrecemos. Cuando organizamos los rituales familiares de comida, baño, limpieza, orden, palabras, explicaciones, verdades nombradas, diálogos abiertos, comprensiones compartidas y sueños soñados. Cuando somos anfitrionas de las celebraciones. Cuando cada día compartido y cada noche de descanso hacen parte de la nutrición afectiva. Cuando brindamos porque estamos vivos. Cuando el poder susurrante del agua nos adormece, y el poder hipnótico del fuego nos vitaliza.
Las madres hacemos la revolución cuando recuperamos nuestros rituales ancestrales, cuando defendemos los espacios íntimos, cuando hacemos silencio, cuando recordamos que somos la Tierra y que somos el Cosmos. Cambiamos el mundo cuando conservamos el valor sagrado que tienen los pequeños actos de intercambio humano.
La revolución de las madres acontece cuando nos dejamos fluir por la energía de las trece lunas de cada año. Cuando nutrimos, alimentamos, sanamos, atendemos, esperamos y estamos abiertas y receptivas para con los demás.
No importa que hayamos tenido vidas difíciles. Cada día es una nueva oportunidad para mirar a un niño, y saber que está deseoso de alimentarse con nuestra sustancia materna. Tampoco importa si se trata de un hijo propio o un hijo ajeno, porque ellos siempre permanecerán receptivos a los cuidados amorosos. Todos los niños saben que existe un ámbito generoso y caliente latiendo en el corazón de cada madre, potencialmente útil y nutritivo para ellos.
Bea: ¡¡Me encanta esta definición de la revolución de las madres!!..........¿También hay un movimiento desde hace más de 20 años sobre la defensa de la lactancia materna, puede ser que ahora se esté haciendo más evidente y presente?
Laura: Tomemos en cuenta que los movimientos a favor de la lactancia materna, aparecieron después del boom de las leches maternizadas, después de dos generaciones que se vieron privadas de lactancia. Como te decía anteriormente, es una cuestión de movimientos pendulares. Es lógico que la defensa de la lactancia materna sea cada vez más fuerte, en analogía a la fuerza de la negación de la lactancia durante 40 o 50 años.
Bea: Tienes razón con los movimientos pendulares, es así en la historia del ser humano………sigo con otra pregunta, ¿En tus libros hablas de la sombra y del vacío que siente la madre en su soledad, de su locura por decirlo de alguna manera?
Laura: Veamos, son varios conceptos distintos. La “sombra” es un término utilizado por Jung, que hace referencia al material no reconocido por la conciencia. Yo planteo que el nacimiento de un niño, provoca un “quiebre” en la estructura física y psíquica de la madre, y que al igual que en cualquier otra crisis vital, es un momento oportuno para que el material sombrío aparezca. Lo que la madre va a sentir, corresponde a sus experiencias no reconocidas por la conciencia por múltiples motivos, que van a aparecer, porque “hay un hueco” donde pueden manifestarse. Ese período, que podemos llamar “puerperio” -aunque el término no es muy bello- puede ser un momento de enorme captación sensorial, de gran intuición y también de torpeza intelectual. Muchas madres vivimos eso como “locura”, “vacío”, “malestar”, etc. Es verdad que “eso” que sentimos es bastante diferente a lo que “sentimos” habitualmente desde nuestro lugar “consciente”.
Bea: Sé de lo que me hablas, supongo que de algún modo nos pasa a todas las madres…..y ¿queé es la díada entre madre y bebé? ¿Dónde entra el padre en esta relación madre/bebé?
Laura: La díada madre-bebe es una evidencia. Es el fenómeno de unicidad entre ambos. Para hablar del padre necesitaríamos muchas páginas. Depende de las culturas, de los modelos de civilización, etc. En nuestra cultura patriarcal y occidental -pero moderna- suponemos que el padre también “ayuda” en la crianza del hijo. Y está muy bien, todos necesitamos ayuda, sobre todo viviendo tan aisladas como estamos hoy en día las mujeres. Pero me parece más interesante hablar de “tribu”, de “aldea” o de “comunidad”, para pensar si estamos ofreciendo a las madres y a sus hijos, condiciones adecuadas para poder entregarse altruistamente a los cuidados que todo bebe humano necesita.
Bea: De tu libro “Crianza, violencias invisibles y adicciones”, voy a extraer unos párrafos sobre la carencia de maternaje y las dinámicas violentas, creo que es una estupenda contestación a la siguiente pregunta que te haría, ¿Cómo puede repercutir la carencia de un buen maternaje?
Fragmento del libro: Crianza, violencias invisibles y adicciones:
Personalmente creo que todas las formas de violencia, pasivas o activas, concretas o sutiles, se generan a partir de la falta de maternaje, es decir, a partir de la falta en la calidad de atención, calidez, amor, brazos, altruismo, generosidad, paciencia, comprensión, leche, cuerpo, mirada y sostén....recibidos –o no- desde el nacimiento y durante toda la infancia.
Desde el punto de vista del bebé, toda experiencia sin suficiente apoyo y sostén, es violenta. Porque actúa en detrimento de las necesidades básicas.
Sencillamente, un bebé pequeñito llega al mundo sin ninguna autonomía. Recién adquiere la capacidad de desplazarse por sus propios medios alrededor de los nueves meses, gracias al gateo. Y necesita alrededor de dos años para tener conciencia de su ser separado. Y luego precisará varios años para que pueda salir solo a la selva urbana. Necesita del adulto para sobrevivir. Por supuesto que requiere que se le procure alimento, higiene, calma y silencio para dormir. También sabemos que el niño necesita contención, calor, cercanía de otro cuerpo, leche, mirada, palabras y sobre todo alguien que haga de mediador entre él y el mundo externo. Si no recibe una calidad de atención acorde con sus necesidades básicas, esa falta la vive como violenta. Es la violencia del desamparo.
La realidad es que la mayoría de los bebés llegan al mundo sin una mamá o persona maternante capaces de sostener y fundirse en la inmensa necesidad de ser sostenidos y acariciados en forma permanente. En la actualidad, los bebes no reciben incondicionalmente lo que piden, porque siempre hay un adulto cerca para no estar de acuerdo y para tener una opinión al respecto.
Generalmente se trata de las mismas madres amorosas que entramos en contradicción con nuestros propios pensamientos. El asunto es que no es un período para pensar. Es un período para entrar en fusión emocional. No hay que buscar razones, ni elegir concienzudamente la mejor opción. No hay reglas a seguir ni consejos aplicables. En estos casos los niños quedan prisioneros de lógicas incomprensibles, alejados de los brazos de sus madres y solos.
Los bebés unánimemente explican una y otra vez a través de sus interminables y prístinos llantos, dónde está su lugar. El bebé que no está en contacto con el cuerpo de su madre, experimenta un inhóspito universo vacío que lo va alejando de su anhelo de bienestar que traía consigo desde el período en que vivía dentro del vientre amoroso de su madre. El bebé recién nacido no está preparado para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida. Esta violenta separación de la díada causa más sufrimientos de lo que podemos imaginar y establece un sin sentido en el vínculo madre-niño. Cuando las expectativas naturales que traía el pequeño son traicionadas, aparece el desencanto, junto al miedo de ser nuevamente herido. Y después de muchas experiencias similares, brota algo tan doloroso para el alma como es el enojo, el miedo y la resignación.
Cuando ese ser tan pequeñito no se siente valioso ni bienvenido, se convertirá necesariamente en un ser humano sin confianza, sin espontaneidad y sin arraigo emocional. Todos los bebés son valiosos, pero sólo pueden saberlo por el modo en que son tratados. En los países “desarrollados”, las madres compramos libros con indicaciones sobre cómo atender a nuestros hijos, sobre cómo dejarlos llorar hasta que se duerman y cómo abandonarlos en el vacío emocional sin siquiera tocarlos. Las madres jóvenes desconfiamos de nuestra capacidad innata de criar a nuestros hijos, y desoímos los “motivos” que tienen los bebés para transmitir señales que son inconfundiblemente claras.
La noche en particular puede ser terrorífica para los niños al no percibir ningún movimiento. El “tiempo” aparece como un hecho doloroso y desgarrador si la madre no acude, a diferencia de las vivencias dentro del útero donde toda necesidad era satisfecha instantáneamente. Ahora la espera, duele. De hecho, los niños lloran hasta dormirse. Al despertar, finalmente encuentran confort en brazos de sus madres. Pero ya no confían, están atentos y se aferran con vigor a los pechos calientes. Los muerden, los lastiman. Tienen miedo. Y así, una y otra vez hasta que abandonan. El miedo los acompañará siempre, incluso en esos momentos en que están reconfortados. Porque saben que el silencio volverá en cualquier momento a devorarlos. Nunca más dejarán de estar alertas. No cuentan con nadie y el mundo es hostil.
Cuando nuestros hijos lloran o reclaman “más de lo normal”, creemos que se han constituido en enemigos que las madres debemos vencer. La idea básica alrededor de esta moda estima que satisfacer las necesidades de un bebé o niño pequeño los convierte en “malcriados”, aunque paradójicamente, obtenemos una y otra vez el resultado opuesto al esperado. De hecho, los bebés siguen siendo “demandantes”, se enferman, se accidentan y nos traen muchos dolores de cabeza.
En la medida que va creciendo, la psique se organiza adquiriendo ciertos mecanismos de supervivencia, para sufrir lo menos posible. Algunos de esos mecanismos son visibles, como los niños que pegan o muerden para sentirse valiosos; otros son invisibles, como los niños que suelen ser víctimas de otros niños, o los que se deprimen o pasan desapercibidos, o bien los que se enferman con demasiada frecuencia, logrando de ese modo obtener la mirada y la atención que siempre necesitaron.
En la medida que no estemos dispuestos a atender y satisfacer las necesidades naturales y legítimas de los niños pequeños, estamos induciendo a perpetuar las dinámicas violentas. Porque un niño no satisfecho, es un niño que insistirá por diferentes medios conquistar lo que necesitó genuinamente. Así crecerá, se convertirá en adolescente, en joven y en adulto: como un ser necesitado. Entonces golpeará a otros, robará, manipulará situaciones, se convertirá en víctima de otros, luchará por obtener lo que creerá imprescindible para su supervivencia emocional. Aunque habrá olvidado lo que siempre quiso pero no podrá conseguir, por más fuerte y poderoso que devenga: no podrá obtener más mamá.
Todas las formas de violencia que tanto nos preocupan, tienen un común denominador: la necesidad primaria no satisfecha. Cuando algo vital para la supervivencia emocional, no lo podemos incorporar, nos desesperamos. Y la desesperación por vivir, nos obliga a buscar modos de apropiarnos de lo que sea. Puede ser el deseo del otro, el cuerpo del otro, el prestigio del otro, o lo que sea que la conciencia perciba como alimento espiritual.
Por eso, si reconocemos nuestras propias limitaciones afectivas, nuestras incapacidades para reconocer el deseo del niño que es diferente al nuestro (y justamente por eso no lo toleramos); veremos que la dedicación, el altruismo y el tiempo de dedicación exclusiva hacia los niños pequeños, constituye la verdadera prevención contra todo tipo de violencias.
Los niños sostenidos, acariciados y respetados están en paz consigo mismos. No necesitan luchar por un territorio emocional, porque les sobra. No hay guerra interna o externa para librar. No les incumben las peleas. Los niños amparados y fusionados saben que obtendrán lo que necesitan. Esa es la experiencia cotidiana que repiten a cada instante y que conforman una rutina sin sobresaltos. Así se establece la seguridad interior y posiblemente ya no se mueva nunca más de las entrañas de esos seres. Sentirse seguros, amados, tenidos en cuenta, estables y con total confianza en ellos mismos y en los demás...será obviamente el tesoro más preciado para el despliegue de sus vidas.
Bea: ¿Me gustaría saber si conoces en España algún lugar de apoyo a madres, familias y parejas con sus problemas, etc.….? se que ahí en Argentina tenéis un Equipo de Crianza donde tratáis todos estos temas y aportáis consejos, etc.…
Laura: En primer lugar, nunca aconsejo nada. Y enseño a no aconsejar, sino a formular preguntas diferentes, sin prejuicios y con la intención de entender la realidad emocional del otro.
Por otra parte, no puedo recomendar lugares en España, aunque seguro que sí existen, y muy buenos, para pedir ayuda y acompañamiento en la comprensión de los procesos personales. Lo que hemos implementado con mi equipo de Crianza que funciona en Buenos Aires, a raíz de tantísimos pedidos de madres y padres de España, son las consultas terapéuticas telefónicas. Se establece un horario pautado, como si fuera una entrevista personal, y en ese horario pautado, la o el consultante llama por teléfono al número indicado por la secretaría de Crianza. No quiero hacer con esto ninguna publicidad, simplemente, a pesar de que yo me opuse por muchos años, ahora lo estamos probando y está funcionando…para quienes están interesados, pueden ingresar en mi sitio Web www.lauragutman.com.ar y pedir información al respecto. Cabe aclarar que yo, personalmente, ya no atiendo particularmente a nadie, sino que son las profesionales de mi equipo.
Bea: Muchísimas gracias por tu tiempo y tu disponibilidad, te haría miles de preguntas, pero creo que lo mejor que puedo hacer es recomendar todos tus libros, así que al final pondré información de cada uno de ellos…gracias de nuevo por tu labor, espero con ganas saber cuándo vienes a Madrid o Barcelona para asistir a alguno de tus cursos, que tengas un buen día!!
Laura: Gracias a ti. Recomiendo mis 4 libros a los lectores interesados en saber más, preguntarse más, indagar más dentro de sus propios corazones. Estaré en Madrid en octubre 2009 impartiendo un seminario intensivo. Buena vida para todos.
Laura Gutman es argentina, terapeuta familiar y escritora. Lleva publicados varios libros sobre maternidad, paternidad, vínculos primarios, desamparo emocional, adicciones, violencia y metodologías para acompañar procesos de indagación personal.
Foto © Tammy Hanratty/Corbis
Es colaboradora habitual en numerosas revistas en Argentina y España. Dirige Crianza, una institución con base en la Ciudad de Buenos Aires, que cuenta con una Escuela de Capacitación Profesional y un equipo de profesionales que asisten a madres y padres.
Contacta con ella entrando en su Web: http://www.lauragutman.com.ar/
Sobre el último libro: La Revolución de las Madres:
- Introducción
- La biografía humana
- La demanda excesiva de los bebes. Construcción de la biografía humana. La falta de recuerdos. El ordenamiento de la información. El "yo" engañado. El frío del hechizo.
- Las improntas básicas nutritivas
- Nuestras experiencias primarias. El vacío emocional. La maternidad vivida como pérdida del "yo". La familia nuclear: el peor sistema para criar niños.
- El hambre emocional
- Entre la realidad y la fantasía. Lo que el "yo engañado" cree. Familias que abandonan a sus hijos. Familias endogámicas. Familias expulsivas. Familias amparadas en las enfermedades. Guerras inter familiares. Familias refugiadas en la moral. Familias refugiadas en la militancia política. Familias adictas. Familias depresivas. Secretos y mentiras. El hambre emocional en la infancia y la importancia de la nutrición emocional en la adultez. Por qué hablar de nutrición.
- El primer alimento: la leche humana
- Lactancia versus libertad personal. Hablemos sobre el mecanismo de la lactancia. ¿Somos más humanos o somos más animales cuando damos de mamar? El inicio de la lactancia. Las rutinas y costumbres que entorpecen la lactancia. Si el bebé no aumenta de peso. ¿Y si a pesar de las recomendaciones, nos va mal con la lactancia? Los bebés que duermen mucho. ¿Es posible amamantar si estamos solas, si nadie nos cuida?
- Sobre la leche de vaca
- Mitos, verdades y mentiras sobre la leche de vaca. Leche de vaca y mucosidad. Consecuencias para la vida adulta. El temor a la falta de calcio. Los derivados de la leche. Alternativas para bebés y niños pequeños. Las leches vegetales. El punto de vista de la macrobiótica. Cambiar el paradigma.
- Niños prematuros o internados en terapias de cuidados neonatales
- La multiplicación de bebes nacidos prematuros. La vuelta a casa. Los niños con "reflujo". Recuperar el tiempo perdido.
- El destete y la introducción de alimentos sólidos
- Algunas reflexiones sobre el destete. La mamadera. La introducción de alimentos sólidos. Primeros alimentos "yang" para comer con autonomía. Los horarios de las comidas. Comer solos o acompañados. Exigencias y posibilidades a la hora de comer.
- Bulimia y anorexia
- Los trastornos de alimentación y la falta de amor materno. La nutrición tóxica. Los atracones. Formar pareja mientras padecemos trastornos de alimentación. La falta de amor. Abordar la escalada social en materia de trastornos de la alimentación.
- El sobre peso, la enfermedad del consumo
- Comida versus éxtasis. Llenarse de comida a falta de presencia materna. Abundancia de alimentos de mala calidad. La comida en las fiestas de cumpleaños. Sedentarismo. Gordos del presente y del futuro. Las dietas restrictivas. La comida en la escuela.
- La comida que calma al corazón
- La comida que calma al corazón. El café. El mate. Los asados. El chocolate. Las bebidas alcohólicas. Qué hacer si no nos gusta cocinar o si no tenemos tiempo. Los ayunos de los adultos. Los encuentros gratos y la comida. Diferencias y gustos entre hombres y mujeres en la familia. La memoria celular de los sabores de la infancia. Las mujeres y el poder de la nutrición.
- La revolución de las madres
- La revolución femenina y nutriente. Lo que nos legó el feminismo. En busca del poder perdido. La menopausia despreciada. Las ancianas exiliadas. El futuro depende de nosotras. La revolución nuestra de cada día.