Revista Libros
Dejemos hablar a mi bibliofilia. Este libro es precioso. La edición, la maquetación, las ilustraciones, la calidad del papel, los colores elegidos, el diseño de cubierta, todo es precioso. Da gusto tener este libro entre las manos. Y aunque te cueste un ojo de la cara porque comprar libros en este país es un lujo, te lo compras.
Pero luego resulta que de las 180 páginas solo hay 20 que correspondan a poesía nueva para ti. Me explico. Al princpio tenemos un prólogo larguísimo escrito por la traductora, Nicole d'Amonville Alegría, que cuenta con todo detalle su propia historia en relación de cómo llegó a esta autora y cómo conoció a la Francisca del título. Si me conocéis sabréis que no soy amiga de prólogos cuando son innecesarios (y casi siempre lo son), más aún cuando quien lo escribe tiene el mal gusto de hablar de sí mismo en lugar del autor al que prologa.
Después, en el libro solo hay un poema (en su versión definitiva corregida por la autora). No tenemos ni una sola traducción disponible de poemas de esta autora en español, pero a alguien le pareció buena idea empezar introduciéndola a los lectores españoles con una edición en la que se le da un montón de vueltas a un solo poema... ¡que ni siquiera es tan bueno! Esa versión se presenta con su correspondiente traducción al castellano.
A continuación, volvemos a tener el poema en su versión original sin corregir, junto a su traducción también. Seguimos sumando páginas. Pero aún podemos añadir más. Por qué no un buen puñado de páginas con la edición facsímil de la primera edición de los años 30. (Se oyen algunos aplausos tímidos y una tos nerviosa al fondo).
No sé, me hubiera gustado que hubieran dotado de contenido esta edición tan bonita. O que hubieran publicado antes una buena antología de la autora para conocerla de verdad, antes de sacar a la venta una edición que gira en torno a un solo poema que tenía muchas connotaciones personales y emocionales para su autora, pero poco más.
A mí me ha dejado un poco fría, como tras recibir un regalo decepcionante con una envoltura maravillosa. Eso sí, al menos en lugar de poetisa, se dirigen a ella Laura Riding Jackson como poeta, vamos avanzando.