Revista Cine
En la noche dominical del estruendoso multi estreno y por la gracia de la dueña de "mi cine" he asistido por primera vez a una exhibición en v.o.s.e. de una película de la saga galáctica más popular desde que en 1977 inicié mi relación particular con el invento de George Lucas, a partir de entonces reconvertido en una especie de tío Gilito, amante del dinero que, mira por donde ha acabado en las fauces de la Disney.
Curiosidades de la vida, fíjate.
Una buena amiga me advirtió que, ya que pensaba verla en v.o.s.e., no se me iban a cansar las retinas de leer. Pero que por caña, no iba a faltar. Un buen aviso, un resumen magnífico.
Las he visto todas. Ni una de la saga me he saltado. Ni una, tampoco, ha conseguido satisfacer totalmente mi cinefilia: ya en la primera, vislumbré demasiados "homenajes" y por mucho que busqué tan sólo hallé originalidad en los trucos técnicos, asombrosos para la época.
Han pasado casi cuarenta años y no ha habido avance alguno en cuanto al guión y lo que es peor, en los avances técnicos apenas hay diferencia. O sea: más de los mismo: no hay avances. De hecho hay avances si comparamos con las malditas tres precuelas, pero eso, visto lo malas que son, tampoco es ningún mérito.
La aparición de la Disney con sus millones de publicidad ha provocado que, aparte de los enfermos de cinefilia que no pueden resistir la tentación para satisfacer su curiosidad aunque se barruntan que lo van a lamentar, millones de personas han acudido a las salas de cine, incluso comprando las entradas con antelación, como si se tratara de una primicia irresistible, de un hito cinematográfico imperdible.
Nada más lejos de la realidad.
Este nuevo episodio de la saga, Star Wars El despertar de la fuerza apenas supone un simple avance en una trama que se va hilvanando de casualidad sin un plan previo preconcebido. Sorprende comprobar que consta como guionista Lawrence Kasdan quien escribió los guiones de El Imperio contrataca (1980) y El retorno del Jedi ((1983) en unos inicios como guionista y director bastante estimulantes que luego fueron decayendo y su última muestra sirve para constatar que en estos treinta y cinco años su pericia como guionista no tan sólo no ha avanzado mucho sino que, además, ha desaparecido cualquier atisbo de lógica constructiva e imaginación novedosa. Kasdan se copia a sí mismo y lo hace mal.
El otro guionista es el propio J.J.Abrams, director de la película y por tanto su máximo responsable. Del mismo, como director, lamento haber visto en su día Mision Imposible III que precisamente hace una semana "casualmente" la tele nos ofrecía y ya iba avisado con lo que me iba a encontrar: escenas de acción frenética estiradas al límite y escasa inventiva cinematográfica cuando la acción cesa. Lo malo es que incluso la acción está resuelta con una falta de lógica insultante ya desde el ámbito visual, faltando a la pulcritud necesaria en la concatenación de acciones que, aún en la mayor ficción, promuevan un sentimiento de verosimilitud en el respetable que ha pagado su entrada para divertirse, no para que le traten como a un infante inocente de cinco años.
No quiero entrar mucho en materia porque detesto la posibilidad de insinuar siquiera un chivatazo de la trama, pero me gustaría que alguien entendido en la materia, un verdadero frikkie, me dijera porqué:
Ya que uno de los protagonistas es negro (no puede ser afroamericano porque ya no existe ni américa ni áfrica y el eufemismo deja de tener sentido) porqué es el único en toda la película, salvo un extra que aparece en los abrazos finales.
Ya que hay una capitana entre la soldadesca imperial, porqué se nos priva su rostro y se la olvida tan rápido: ¿es que las mujeres sólo pueden ser buenas y heroicas?
De repente resulta que lo que todos intuíamos hace más de treinta años, resulta que acabó sucediendo y nos meten con calzador (hablo de memoria -poca- pero creo que no hay antecedentes) una familia y una descendencia que ya, ya: fíjense en este árbol genealógico que, además, está mal diseñado. Es erróneo, pero da pistas.
Ya no se acuerda Laureano de los ímprobos trabajos que le impuso a Luke, en el que la "fuerza" se hacía ostensible de forma natural, y ahora llega una niñata y en un plis plás controla que te cagas y además de repente se convierte en experta espadachina para la que el sable láser no oculta secretos. Un poco infantil, ¿no?
Hay que reconocer que J.J.Abrams mantiene siempre que puede el ritmo alto y que la mayor parte de la película es visual: todo se entiende fácilmente y el discurso, aún siendo y sonando a falso, tiene la movilidad suficiente como para que los 136 minutos -que son más de dos horas y cuarto- transcurran con alegría y sin provocar cansancio, pero ello, también, puede deberse a la buena voluntad del espectador.
En definitiva: para fans de la saga galáctica y para cinéfilos impenitentes que no se pierden una, así como para quienes son incapaces de explicar el porqué no la han visto.