Lavado de Dinero... Público
Publicado el 08 marzo 2012 por Jmbigas
@jmbigas
Cuando X monta un negocio (ilegal) de distribución y venta de drogas (ilegales), recauda fajos de efectivo, que es dinero que no existe legalmente, es dinero negro. Por lo menos, no consta que esté en manos de X.
(Fuente: otromundoesposible)
Es entonces cuando aparecen empresas o negocios que se dedican a lavar ese dinero, es decir, a cambiarle su condición de dinero negro por la de dinero legal. Como esa tintorería (un decir) donde nunca entra nadie, pero que declara importantes ingresos (y gastos) por lavar prendas que nunca conoció.
Una vez legalizado, el dinero ya puede moverse en libertad por las infinitas autopistas del capital que el mundo actual ofrece.
En el juego del parchís, originario de India (siglo XVI), el clásico tablero en forma de cruz para cuatro jugadores representaba originariamente el jardín del emperador Akbar el Grande. De las 100 casillas, 32 corresponden a las metas y pasillos de acceso de los respectivos jugadores; de alguna forma son su casa, donde ya no hay que enfrentarse con ningún otro jugador. De las 68 casillas restantes del tablero exterior, hay 12 que son seguras, es decir, que en ellas ningún jugador puede capturar la ficha de otro jugador que esté refugiada allí.
Como la vida imita muchas veces a la ficción, en el sistema mundial de autopistas del dinero, también existen algunas casillas seguras, llamadas Paraísos Fiscales, donde nadie pregunta el origen del dinero, y este está a salvo de que lo capture cualquier Hacienda mal intencionada. A pesar de diversas iniciativas, no parece existir la voluntad política de eliminar la posibilidad de que existan este tipo de Paraísos. Hay que reconocer, por otra parte, que si en el parchís se eliminaran las casillas seguras, el juego se convertiría en una carnicería estresante.
Decíamos que el lavado de dinero consiste en cambiarle de condición, de negro a legal. Da la sensación de que hay muchos lugares dentro de la Administración Pública donde también se intenta practicar el lavado de dinero, para cambiarle de condición, de público a privado.
Francisco Javier Guerrero, que fuera Director General de
Trabajo y Seguridad Social de la Junta de Andalucía.
Está acusado por la juez Alaya de 6 delitos
relacionados con la corrupción.
(Fuente: elconfidencial)
Conviene dejar claro desde el principio que la Administración Pública es propiedad de todos los ciudadanos, que somos los accionistas que ponemos el dinero para que pueda funcionar, a través de los impuestos, tasas, etc. Periódicamente se celebran Juntas Generales de Accionistas (las diversas elecciones) donde los propietarios delegamos la gestión de ese capital en el Comité Directivo (el Gobierno, en su sentido más amplio).
Está claro, pues, que el dinero que maneja la Administración Pública (en todas sus instituciones) es de todos, es dinero público, y no, como a veces les traiciona el subconsciente a algunos políticos, dinero de nadie.
El dinero público se mueve en un ambiente de luz y taquígrafos. La Administración se ha dotado de mecanismos que garanticen que nadie pueda disponer de ese dinero para otros fines que los propios a su función. Existen mecanismos de intervención (censores de cuentas o controllers financieros, como lo queramos contar). Y la exigente maquinaria que gestiona y controla la contratación garantiza que todo el dinero público que se paga a empresas privadas a cambio de productos o servicios necesarios para la Administración se haga con total transparencia y con las máximas garantías de leal competencia. Claro que existen los contratos de menor cuantía (una casilla segura en este juego) que no requieren tantos controles.
Todas estas exigencias de transparencia y leal competencia suponen un trabajo muy importante para la evaluación decente de las diversas propuestas, y supone a menudo retrasos de muchos meses desde que se toma una decisión hasta que esta pueda ser finalmente efectiva. Esto crea a veces la sensación de lentitud de la Administración. Pero no nos alarmemos, esa velocidad necesariamente lenta es la que finalmente garantiza la honestidad, la decencia y la justicia de las decisiones.
Cualquier intento de corrupción del sistema en este entorno de luz cegadora y taquígrafos es complicado, porque debería involucrar a demasiados estamentos y, a fin de cuentas, pudiera acabar resultando no rentable para los delincuentes, o demasiado frágil y expuesta a ser descubierta.
Inevitablemente, para algunas funciones que se espera que desempeñe la Administración Pública, este mecanismo resulta demasiado exigente y lento. Hace tiempo, me comentaba un catedrático de Universidad las dificultades que tenía para fichar a un Premio Nobel para que colaborara en uno de los proyectos que estaban llevando adelante en su Universidad. La eminencia debía aportar su currículum como si fuera el último becario, y superar un ciclo muy largo de controles y validaciones.
Laura Gómiz, ya expresidenta de Invercaria, Empresa Pública
de Inversión y Capital Riesgo de la Junta de Andalucía,
de la que se sospecha haber dado subvenciones a dedo.
(Fuente: abcdesevilla)
Con ello quiero decir que existen circunstancias genuinas y nobles que justifican la creación de spin-offs de la Administración Pública, en forma de empresas públicas o similares. Estos entes se dotan de un cierto presupuesto (dinero público) para poder llevar adelante la labor que se les haya encomendado. La utilización de este dinero pasa a ser responsabilidad de su gestor o Consejo Rector, o cualquiera que sea la fórmula de dirección que se haya escogido. En la práctica, este dinero se aleja del centro de la mesa, y se lleva a un rincón donde la luz es más apagada y que los taquígrafos sólo visitan de vez en cuando. La responsabilidad de sus gestores debe ser, pues, mayor todavía.
Inevitablemente, los presupuestos de esos entes segregados del tronco de la Administración son sometidos mucho menos intensamente a la luz y a los taquígrafos. Y un escenario más laxo abre oportunidades a los que realmente lo que quieren es lavar el dinero, es decir, cambiarle su condición de público por la de privado, para poder disponer de él discrecionalmente. Con un poco de voluntad política torticera, esos entes pueden acabar convirtiéndose en casillas seguras del juego. Siempre que se crean empresas públicas (o entes del género) se hace al reclamo de buscar la eficiencia. Pero hay que ser especialmente vigilantes con el control y la intervención, pues se acaban creando zonas de sombra (¿casillas seguras?) por donde pastan las alimañas corruptas y corruptoras.
Cuesta creer que los hechos que se investigan sucedieran
sin el conocimiento y la aprobación de los máximos
dirigentes de la Junta de Andalucía.
(Fuente: eleconomista)
En estas vísperas de las próximas elecciones andaluzas estamos asistiendo a una bacanal de informaciones relativas a procedimientos muy irregulares, si no directamente ilegales, que habrían practicado algunos departamentos o instituciones de la Junta de Andalucía para disponer del dinero público para usos que, por el momento, no están nada claros. Se habría beneficiado a terceros sin mucha base legal, a base de inscripciones abusivas en EREs o mediante subvenciones nada justificadas. Cuando se da dinero público a personas o entidades externas a la Administración, se lo sitúa en una casilla segura, y ya se ha realizado su lavado. Que parte de ese dinero acabe en el bolsillo privado de los servidores públicos que tomaron esas decisiones muy poco justificadas es una sospecha muy difícil de desmontar.
Y conviene tener claro que no estamos hablando de algún funcionario corrupto, sino de un montaje perfectamente engrasado para permitir lo que podríamos llegar a llamar corrupción institucional.
Parece que en estas condiciones pueden haberse fundido algunos cientos de millones de Euros. Mediante una maquinaria muy sofisticada, que sólo se puede poner en pie con solidez tras muchos años detentando el poder. Por eso la alternancia en el poder, aunque a veces no aporte mucho, sí por lo menos es una medida de higiene política muy necesaria y muy conveniente, que trae aire fresco al muchas veces enrarecido ambiente político.
¿Casillas seguras o limbos para
el dinero público?
(Fuente: wikipedia)
Espero que el voto de los andaluces el próximo 25 de Marzo vaya en la dirección de descabalgar del poder a los que ya llevan demasiados años en él. Un período tan prolongado que les ha permitido montar tales redes sofisticadas de clientelismo que parecen ser muy sólidas.
Por su parte, los Tribunales ya darán su diagnóstico sobre los hechos y distribuirán las correspondientes responsabilidades penales.
La existencia de casillas seguras forma parte de la esencia del juego del parchís. Pero hay que mantener todos los controles necesarios para que nadie arrastre, y marque seis cuando el dado dio tres, o marque 17 en lugar de 20 tras capturar una ficha contraria, sólo para poder acceder a una casilla segura, donde cualquier torpeza o delito pueda tener lugar.
Delitos como el lavado de dinero público.
JMBA