Los discípulos de Torcuato han roto el pacto de silencio en el editorial de la mañana. El monárquico de las pipas y las barrigas ha encontrado en el "gesto de austeridad" del monarca, la excusa perfecta para arrojar sus municiones contra las voces izquierdistas. La cuarta de ABC del 18 de julio del 2012 pasará a los armarios de Don Juan Carlos como instrumento perfecto para esbozar las vocales de su mensaje de Nochebuena. "Frente a las críticas injustas de una minoría irresponsable" - en palabras vertidas por los talleres de Rubido – "las cuentas de la Casa del Rey son absolutamente transparentes y reflejan con fidelidad la austeridad de la institución".
El recorte del 7.1 por ciento de sueldo bruto de la monarquía, o dicho en otros términos, el equivalente a la paga extraordinaria de Navidad de forma "libre y voluntaria" por parte de la Corona. Invita a la Crítica a interpretar la medida más que como un "gesto de austeridad" un "lavado de cara" ante la colección de manchas y errores continuos en sus funciones institucionales. Después de ocho meses sin levantar la cabeza por los "tejes y manejes" de su yerno preferido.
El suegro de Urdangarín. El mismo que se rompió la cadera mientras cazaba elefantes en las alfombras de Botsuana se viste de austeridad para lanzar un mensaje de cercanía y empatía a los miles de funcionarios que tendrán que comer migajas el día de Nochebuena, mientras escuchan el mensaje su Su Majestad en el día de la herida.
Es precisamente este deterioro demoscópico de la imagen del Rey y los suyos, en la Hispania tercermundista de hoy, la que mueve los hilos de una monarquía que intenta curar sus errores mediante gestos heóricos desprovistos de coherencia. Es indignante, por no poner otro calificativo, que el Ejecutivo – máximo responsable de la asignación presupuestaria de la Corona – haya dado lugar a que el Rey sea Editorial en los discursos de la Caverna. Los 20.000 euros anuales que "pierde el Jefe de Estado" y los 10.000 de Don Felipe son "picuta minuta" para una institución "transparente" que después de treinta y tantos años de democracia se prestó, tempestad mediante, el día de los inocentes a publicar "por primera vez" sus cuentas en el BOE.
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