Su origen parte de antiguo establecimiento monacal de La Abadía, conocida en los documentos históricos por los nombres de Lavancia, Labanza, Alabanza, remontándose al siglo X.
Estrabón, que estudió en profundidad las costumbres de los pueblos del norte, y al que hacen contínua referencia los investigadores actuales, hablaba de la bellota como alimento fundamental las dos terceras parte del año. Después de secar, la trituraban y molían y con la harina se elaboraba un pan que se conservaba durante largo tiempo. Dice Estrabón que, "los montañeses, en general, cuando obtenían ciertas cantidades de vino, reunidos todos los parientes lo consumían presto en común". Respecto a las jerarquías en estos pueblos, se sabe que comían sentados en bancos adheridos a los muros de las casas, o en círculos alrededor de la comida, pasándosela unos a otros y ocupando puestos según edad y dignidad.