Tarifa: 110€ (AD)En una tranquila calle del animado barrio de Ixelles, a un paso de las tiendas de lujo y moda y no lejos de las instituciones europeas encontramos un antiguo edificio de seis plantas, de corte centroeuropeo, embutido entre otros edificios algunos más viejos y otros remodelados. Una planta baja en negro, con ventanas a la cafetería y a la pequeña recepción, y unos altos parterres vegetales nos avisan que estamos junto al establecimiento. Fachada encalada en blanco con ventanas de madera, y algunas molduras decorativas del mismo material. Un alargado cartel iluminado en blanco, con letras medievales en rojo con el nombre del hotel recorre la fachada. Una puerta de madera y cristal, de pomo metálico nos introduce en la recepción tras salvar un escalón. A la derecha de la puerta una enorme cortina negra, delante un pavo real disecado, un antiguo carro portamaletas y un sillón de enea. De frente un pasillo que nos lleva al ascensor y al desayunador, y a la izquierda un pasillo paralelo en el que se encuentra la tranquila cafetería. Antes de ella, tras un nuevo escalón, y allí mismo junto a la puerta, al lado de dos butacas con una mesa de centro, encontramos el mostrador de recepción, de madera blanca con mármol en su parte superior. Sobre él una lámpara clásica de tulipa en tono crudo, algunos displays con tarjetas del hotel, y dos enormes pantallas de ordenador que casi ocultan a la mujer que nos da la bienvenida, primero en francés, después en inglés, para finalmente atendernos en un más que correcto español. No requiere nada de nosotros, ni identificación, ni nada. Simplemente le damos el nombre, lo chequea en el sistema y nos entrega una llave de las de antes, con pesado llavero metálico en dorado y una goma negra de protección, nos explica el funcionamiento del wifi que es correcto y veloz en casi toda la instalación y el horario del desayuno. Avanzamos hacia el ascensor dejando a nuestra derecha otro par de butacas y un gran espejo delante del que se ha instalado una máquina lustrazapatos. Allí mismo encontramos el ascensor, junto a unas estrechas escaleras curvas tapizadas en moqueta roja algo desgastada. El ascensor tiene una primera puerta metálica manual, y tras ella unas puertas automáticas correderas. El espacio interior es mínimo. Apenas un viajero con su maleta. Moqueta negra en el suelo, espejos en las tres paredes y una tira de led que cambia de color azul-verde-rojo-morado dando una extraña y sugerente sensación al ambiente. Un cartel explica que el hotel en el que estamos fue en los años 30 una casa de citas y han tratado de mantener gran parte de su carácter, y eso explica muchas de las cosas que veremos, entre otras el cuadro de mujeres desnudas que decora la parte superior del ascensor en la planta baja, la oscuridad que impera en casi todos lo espacios y el hecho de que todas las habitaciones tengan un nombre de mujer en la puerta. El ascensor se abre a un estrecho y oscuro pasillo. Desgastada moqueta roja, paredes en madera verde oscura hasta media altura, y pintura negra desde ahí hasta el techo. Escasa luz artificial y nula natural. Las puertas de las habitaciones, con llave de las antiguas, son de madera verde oscura con el número, y un nombre de mujer pintado en ellas en un color dorado apagado.
Tras la puerta, la poca luz se mantiene, y se fortalece con el suelo de moqueta -muy cuidada y limpia- negra, y con unas paredes completamente empapeladas con un papel pintado de tonos burdeos, negros y dorados con motivos vegetales. Techo pintado en color dorado brillante. Encima de la puerta hay una tira de led que ilumina indirectamente el techo y el espacio creando una sensación íntima. El interior de la puerta está también empapelado con el mismo papel y hay dos perchas doradas de estilo antiguo ancladas en ella para colgar abrigos o ropas.
A la izquierda encontramos el interruptor de la luz, en plástico negro con un peculiar sistema de encendido girando una palanca. Allí mismo encontramos un par de repisas de cristal en tono dorado y tres colgadores de los que cuelgan media docena de perchas de madera negra. En eso se resume el armario, sin puertas. Justo enfrente hay una vitrina de cristal retroiluminada con algunas figuras de porcelana y algunas imágenes eróticas. Un poco más adelante hay una papelera negra, y justo enfrente un maletero de tijera de madera negra y tiras de tela del mismo color. A su lado, un potente radiador antiguo que funciona a la perfección. Sobre él, una ventana hasta el techo de nueva carpintería, protegida por un visillo y una cortina en color arena que hace las veces de foscurit. Las vistas de la ventana son al estrecho, moderno y algo oscuro pasillo medio exterior por el que corre la escalera de evacuación en caso de incendio.
Junto al radiador hay una pesadísima y curiosa mesa de madera en forma ovalada con tapa de cristal negro. Tras ella hay dos incómodas sillas de madera también en negro, y en la parte baja de la pared dos enchufes disponibles en el mismo color. Todo resulta cálido aunque excesivamente vintage y oscuro.
En el lado izquierdo del espacio hay una larga madera de la que cuelgan dos pesadas cortinas de color arena que separan el espacio de la entrada / vestidor / trabajo, del dormitorio propiamente dicho. En él encontramos la cama. Ancha para ser individual, algo escasa para ser doble. Con un colchón normal aunque cómodo, situado sobre un canapé recubierto por un faldón de color arena. Aparece vestida con un suave edredón blanco de rayas, dos almohadas cómodas y dos cuadrantes bastante duros. Empotrada entre tres paredes que mantienen el mismo papel pintado que el resto del espacio y que dejan poco espacio para el acceso a ella por el lado derecho. A derecha e izquierda, a modo de mesillas hay un par de estanterías de cristal en color dorado, y sobre ambas sendas lámparas de bola de cristal blanca sostenida por unas figuras de mujeres desnudas en bronce. Los cables de ambas están anclados a la pared de tal manera que los interruptores queden en los laterales de las repisas y se pueda acceder a ellos de forma fácil. En la parte trasera del cabecero hay un cordón dorado con el que se pueden apagar todas las luces de la habitación, incluido un bloque de luz blanca indirecta ubicada sobre el mismo cabecero. La cama además, a los pies presenta un plaid y dos cojines de color arena. En la pared de la derecha, pegado a la mesilla y a la cama hay un en la parte baja otro enchufe negro disponible.
A los pies de la cama hay otras dos repisas de cristal negro ancladas a la pared. En ellas se ofrece una botella de cristal rellenable para el agua y dos vasos de cristal, una caja de pañuelos de celulosa, otra lámpara a juego con las de las mesillas, un secador de pelo y un libro con la historia del hotel que se ofrece a la venta en recepción. Al lado de la puerta del baño y empotrada en la pared, enmarcada en el mismo papel pintado hay una pequeña televisión de pantalla plana.
El descanso resulta cómodo y sencillo por la cama, y por la curiosa oscuridad del espacio. No se escucha ningún ruido exterior, pero sí que es cierto que la insonorización interior es manifiestamente mejorable y se escuchan los pasos en el pasillo, las puertas de las habitaciones contiguas, algunas voces...
La puerta del baño es de madera antigua, en color claro. Rematada en arco de medio punto dispone de una ventana con cristales de colores en el medio. Dentro el espacio es amplio. Paredes y suelos con pequeñas baldosas de porcelana color crudo y algunos remates en negro. Un punto de luz en el techo en forma de pastilla algo fría, y otra sobre el lavabo. A la izquierda de la entrada encontramos un potente radiador y un par de ganchos que hacen las veces de percha. De frente, un inodoro con la cisterna incrustada en la pared y un par de pulsadores para su descarga. A su lado, una papelera de plástico negro y un enchufe también negro. A continuación un lavabo de estilo retro, exento, con un grifo con dos mandos por el que sale un buen caudal de agua con buena presión y mejor temperatura. El lavabo no tiene tapón. Delante del mismo, un dispensador de jabón y en la repisa que queda empotrada la cisterna, que corre de lado a lado, encontramos dos toallas de lavabo y dos de ducha de tamaño y calidad algo justas.
En el lado derecho queda la bañera, situada por debajo del nivel del suelo. Digamos que hay que 'bajar a ella'. Rodeada de indiscretos espejos está rematada con una grifería de las antiguas de aire retro a la que le falta algo de caudal, aunque de presión y temperatura anda correcta. No hay manera de colgar la alcachofa en ningún sitio por lo que hay que ducharse con el grifo en la mano provocando que el agua salga por todo el suelo, ya que tampoco hay cortina o mampara que lo proteja. Junto a la bañera, en su cabecera, el pie de ducha, y anclado en la pared, un dispensador de champú.
Por la mañana en un salón rodeado de varios agradables patios donde también se puede desayunar se sirve un dulce buffet de desayuno. Una plancha en la que freír huevos, embutidos y quesos variados, yogures y otros lácteos, frutos secos, cereales y variedad de zumos, y en una larga mesa, crujiente bollería (napolitanas, croissants...), donuts, y distintos tipos de pan, tortitas y una amplia variedad de cremas, chocolates y mermeladas de distintos sabores.
Después, en la recepción más bien desidia a la hora de decir adiós.
Calidad/precio: 7
Servicio: 7.5Ambiente: 6Habitación: 6Baño: 7Estado de conservación: 5Desayuno: 8Valoración general: 7