Givenchy nos acerca esta nueva fragancia inspirada en un universo floral impregnado de intensidad y misterio.
Captar lo efímero, dejarse sorprender por la magia de un día que comienza. La mujer Givenchy, suspendida entre sueño y realidad, logra captar la esencia de esos momentos privilegiados. Dotada con un encanto arrollador, es como las flores que ella inmortaliza: un símbolo de frescura y diversidad. Al atardecer, solo los aromas puros se prolongan para encarnarse en perfume. Este año, el frasco prisme, emblemático de Givenchy, se engalana con una flor y deja traslucir la suavidad de su jugo floral afrutado.
En las notas de salida, el acorde natural del neroli se asocia con elegancia a la dulzura de la fresa del bosque y al perfume sutil y picante de la bergamota. En las notas centrales, la delicadeza de una feminidad con acentos florales sobre un acorde floral pétalo, asociado a la opulencia de la orquídea vainilla y la preciosidad del jazmín. En las notas de fondo, la madera de cedro, el Ambrox y el almizcle impregnan de suavidad aterciopelada la estela sensual de la fragancia.