Potitos, cereales, leches de continuación...esconden en cada cucharada más azúcar del recomendado. Hoy en día, cuando se están transmitiendo en numerosos estudios los grandes beneficios que tiene la leche materna y se recomienda como primera opción...¿cómo es posible que tras ésta opción saludable y natural ofrezcamos a los bebés un concentrado puro de azúcar?
Haciendo un repaso de los productos alimentarios infantiles de mi supermecado, encontré, por ejemplo, un potito de frutas de 250 g con 36 g de azúcar, el equivalente a 12 terrones de azúcar
Para empezar: plátano, manzana, albaricoque y naranja en un mismo potito ya es un chute de azúcar considerable por la composición esencialmente dulce de la fruta pero...¿a qué viene añadir también zumo concentrado de uva? Para empezar es cierto que los alimentos infantiles no contienen azúcar en forma de sacarosa en sus productos pero siguen siendo muy dulces porque en su composición tienen azúcares procesados de frutas concentradas, en éste caso de uva. Pero también, saliéndonos de los potitos de frutas, los potitos de ternera con verduras también son considerablemente dulces presentando una base dulce de 2 terrones de azúcar - 6 g de azúcar- gracias a la lactosa y las hortalizas dulces añadidas.
Otra parte del problema es la forma de procesar los alimentos para bebés. Sólo hay que comparar la diferencia de sabor entre un puré hecho con una licuadora en casa y los envasados para ver la diferencia: en el caso de los envasados son productos de larga duración. El proceso consiste en cocer los alimentos, introducirlos en tarros y cocerlos por segunda vez dentro de recipientes a presión a una temperatura de 121º o más durante un tiempo que puede llegar hasta los 40 minutos. Estas altas temperaturas permiten esterilizar a los alimentos, lo cual es el objetivo a conseguir, pero, además, producen un cambio de sabor, textura y color, caramelizando los azúcares de las frutas y las verduras. Los bebés adquieren así un gusto por esos sabores caramelizados. En el caso de los caseros, la textura es más granulosa y la mezcla de sabores más nítida que los envasados.
En el caso de las fórmulas de papillas ocurre tanto de lo mismo tal y como muestra este ejemplo:
En éste caso también se añade el zumo de concentrado de uva y fructooligosacáridos lo que hacen una cantidad de 6 terrones de azúcar/100 g . Otro claro ejemplo:
Todos estos productos que forman parte de su día a día están educando sus paladares, haciendo que los productos que elijan y prefieran en un futuro próximo sean más dulces.
Al exponernos al consumo de azúcar ya desde tan temprana edad, aumenta nuestro gusto por dicho ingrediente y se eleva nuestro umbral de percepción del dulzor, tal y como ocurre con la sal y no creo que haga falta mencionar las altas tasas de sobrepeso, obesidad o diabetes que vienen acompañando a éste gusto por lo dulce. Entonces, ¿ es que nadie hace nada? ¿Sabemos las consecuencias de que estos productos salgan al mercado y aún así no se hace nada? La Comisión del Codex Alimentarius estableció unos estándares mundiales de alimentación que se usan como referencia en las reuniones de la Organización Mundial del Comercio. En noviembre de 2006, el Gobierno tailandés propuso reducir los niveles de azúcar en los alimentos infantiles desde el máximo vigente del 30% hasta el 10% como parte de la campaña contra la obesidad pero...Los EEUU y la UE rechazaron la propuesta.
Éste no es más que otro caso de prevalencia de los intereses comerciales frente a la defensa de la salud de los consumidores. Sólo puedo recomendaros que intentéis que la alimentación de vuestros hijos sea lo más natural posible aunque ello conlleve, en ocasiones, echar un poco más de tiempo haciendo el puré en la licuadora de casa.