Revista Psicología
Deprimido/a, identificadocon ese ideal, donde el espacio de una vida anterior de aficiones,pasiones, relaciones, gusto por las cosas... fue desapareciendo porla puerta de atrás, casi de puntillas...¿Es cuestión demerecer?¿Renunciar?¿Sacrificio? Esta idea del amor, donde hay quedarlo todo (casi hasta la misma vida) empobrece al ser humano, lehace ser víctima del otro, cuando en realidad él es el verdugo desu propio existencia. El niño entra en el mundo tras esa ilusión decompletud con la función materna,donde sus demandas eran colmadas.En ese desvío de mirada hacia un tercero, hacia otros deseos, es quenos transformamos en deseantes, en personas dispuestas a vivir enrelación con los demás, trabajadores, amigos, amantes,comprometidos con la cultura, con construir un mundo mejor...y endefinitiva vivos. ¿Hay alguien que merezca entonces que se le dé“todo”? Y, en función a esto, ¿qué tipo de relación sedemanda cuando se exige tal renuncia o cuando nosotros mismos nos laimponemos? Cuando se van arrastrando conflictos no resueltos de laprimera época de nuestra vida, hacen que coloquemos esa mirilla enla puerta principal de nuestros sentimientos y deseos y dejemosentrar sólo a quien nos dé esa ilusoria sensación de completuddonde todo lo que haga es poco con tal de vivir arropado en ese haloenfermizo de seguridad. que, por otro lado, resulta asfixiante.Elaborar estos aspectos supone no permitir que la vida se escape porla puerta de detrás.Laura López,psicóloga-psicoanalista
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