Texas, 1868 Rose Randolph vuelve al rancho familiar tras haber pasado los últimos años en Chicago. Las ilusiones que tenía puestas en su retorno al hogar se ven pronto truncadas al descubrir que su padre la ha hecho regresar para casarla con un desconocido. Su tristeza y desolación se verán mitigadas por la presencia de un atractivo e inaccesible vaquero que trabaja domando mustangs salvajes a las órdenes de su progenitor, por el que se sentirá irremediablemente fascinada. Gabriel Salas, el hombre con nombre de arcángel, al que todos llaman Bronco.Bronco Salas no lo ha tenido fácil en los últimos tiempos. Trabaja en Las Claritas, uno de los ranchos más prósperos de la zona, mientras espera poder cumplir una promesa que le hizo a su familia, por la que ha empeñado su vida y su futuro. La llegada de la hija mayor de su arrogante patrón le supone un contratiempo con el que no había contado. Aun a sabiendas de que cualquier relación con la señora Randolph está destinada al fracaso, y que permitirse caer en la tentación que esa mujer personifica sería un gran error, no puede evitar sentirse atraído por ella.Ciertas historias de amor están condenadas a no suceder, otras, aun pareciendo imposibles, están escritas en el destino desde el principio. La de Gabriel Salas y Rose Randolph es una de ellas…Opinión personal
Tras leer la estupenda reseña de Maribel -Blog de Vanedis, me fue imposible no animarme a leer «Le llamaban Bronco».
Una novela que me saca de mi zona de confort al transportarme al oeste de finales de mil ochocientos. No soy muy lectora de este subgénero pero, como todas, también me gusta un buen western y ha sido una lectura entretenida.
La historia de Bronco y Rose es un romance bonito que cuenta con algunas partes duras que se contrarrestan con otras tiernas. Me ha parecido bien ambientada, sobre todo, bien sostenida con personajes que construyen alrededor de la pareja un entorno muy creíble.Bronco es un joven mexicano que, tras una dura vivencia —explicada nada más comienza la novela y deja poco al misterio— trabaja en un rancho. Su trabajo es temporal, porque él se ha marcado como objetivo castigar a los que acabaron con sus seres queridos. Es un protagonista que me ha gustado mucho. Silencioso, serio, algo hosco, pero honesto, leal y, ante todo, encantador (cuando quiere). No es un hombre perfecto y eso me ha parecido un acierto.Con Rose no lo he tenido tan fácil. Empezaré diciendo que la autora consigue un personaje muy creíble en actitudes y comportamiento y muy afín a los tiempos en los que se sitúa la historia. Estamos ante una mujer muy de su época, totalmente condicionada a los deseos de su padre —que no es muy buena persona—. Poco rebelde y que enmascara su sufrimiento y desidia bajo un manto de frialdad inexistente. No son de mis personajes favoritos, me gustan más las mujeres inteligentes y luchadoras que, aunque vivan circunstancias complejas, tengan determinación. Es un gusto muy particular, por eso, como digo, no me ha gustado mucho.
Su relación me ha parecido muy creíble y, otro punto favor, evolucionada. Con un esquema clásico: pareja que se odia a primera vista —aquí creo que ambos muestran sus prejuicios sociales—, miraditas que acercan posturas, fuerte atracción sexual, explosión y amor eterno. Pese a que me han faltado diálogos que respalden ese acercamiento en sus sentimientos, sobre todo, a partir de un momento en concreto, —supongo que aquí pesa mucho la interpretación que cada lector pueda hacer de algunos comportamientos y lo que le provoquen ciertas escenas. —, no diré que estamos totalmente ante un instalove.El punto fuerte de la novela es ese entorno que ha creado Laura Sanz. El rancho, sus trabajos diarios, la familia de Rose —Angie tiene mucho potencial y creo que puede gustarme mucho más como protagonista—, la familia de Bronco, las largas travesías; y esas pequeñas aventuras, hacen de esta novela una lectura entretenida.Mi gran «pero» ha sido la primera mitad. Aquí entran de lleno los gustos de cada cual. Posiblemente con un cambio en la situación de ciertas escenas, se hubiera agilizado el ritmo de la trama. Una estructura más apoyada en algo de misterio, que indujera a menos previsibilidad. Al principio me ha parecido tan lenta y narrativa que cuando se ha animado la historia ya casi lo daba todo por perdido. Me han sobrado páginas, descripciones que, bajo mi punto de vista, no aportan nada a la historia.
Laura Sanz tiene un estilo muy correcto. Mi problema con ella es que me cuesta conectar con lo que me cuenta, su estilo es cuidado pero, al mismo tiempo, me resulta frío. No os lo toméis como una crítica, simplemente aquí juega lo que cada autora hace sentir con sus palabras a la persona que las está leyendo y, esa es la razón de que mi opinión no haya sido tan entusiasta como otras que podáis leer.
Es notorio el trabajo de documentación de Laura Sanz, pero como todo, hay información que no me ha parecido relevante y no es necesaria para la historia. Insisto en que es muy complejo el buen equilibrio y, además, muy personal lo que cada lector encuentra interesante o no, pero a mí me sacan de la lectura. «Me llamaban Bronco» va de menos a más. Una lectura que no ha empezado muy bien, ha terminado resultando entretenida. Recomendable si buscáis leer algo pausado ambientado en el oeste del siglo diecinueve. Con personajes bien definidos y una ambientación consistente, creo que Laura Sanz ha conseguido una historia bonita y agradable.
Datos de interés: Ficha de la novela - Ficha de la autora - Web de la autora
Pepa