Revista Cine
"Hoy comprendo que es imposible no encontrarse con nadie. Desde el momento en que uno está aquí, respirando, se encuentra con el mundo entero."
Parecía imposible, pero creo que ha sucedido, creo que he dado un paso importante hacia mi reconciliación con la literatura japonesa (aunque la autora, Milena Michiko, sea austriaca descenciente de madre japonesa). Hoy os traigo el título culpable de semejante milagro.
Le llamé corbata es una maravillosa historia sobre la amistad entre un joven hikikomori y un asalariado (salaryman) hombre maduro. En Japón se denomina con el término hikikomori a las personas que se niegan a salir de casa de sus padres, que se encierran en su habitación y reducen al mínimo el contacto con su familia. No, no es el equivalente a un "nini". Algunos pasan muchos años así. No se sabe el número exacto de hikikomoris porque muchos permanecen en la sombra por temor a ser estigmatizados. Como causa principal del comportamiento se señala la presión provocada por la escuela y la sociedad en general.
Nuestro protagonista, Hiro, ha vivido encerrado en su habitación en los últimos años. Una mañana observa una bandada de cornejas y siente el impulso de salir a la calle. Su único propósito es dejarse llevar, sentarse a contemplar un poco el exterior en solitario, sentado en el banco de un parque que conoce desde su infancia. Allí ve llegar a un señor maduro trajeado con su maletín y su táper que se sienta en un banco cercano a comer y relajarse. Hiro siente curiosidad. Lo observa, parece un hombre cansado. Al principio se limitan a saludarse, pero con el paso de los días irán conversando, incluso compartiendo banco, naciendo inesperadamente una bonita amistad entre dos personas que en principio, parecían no tener nada en común.
Decir que esta novela me ha gustado es quedarse corta, muy corta. Lo que comienza con tímidos saludos va dando paso a pequeñas reflexiones, breves conversaciones. Seremos testigos de cómo nuestros protagonistas van conociéndose, y comprenderemos qué hace cada uno ahí cada día, en ese parque, con el peso de sus respectivas mochilas. A priori puede no entenderse la actitud de ambos ante la vida en determinados aspectos, pero hay que verlo desde la perspectiva cultural, donde la presión social y laboral en Japón tienen mucho, pero que mucho alcance, y donde sentir que no eres útil en ese entorno puede tener fatales consecuencias.
Este libro es imprescindible. Así de simple. No es un secreto que los libros que suponen de alguna manera un homenaje a la amistad son mi debilidad, pero este libro es mucho más que eso. Hay pequeñas historias dentro de la historia. Hay ternura, amistad, dolor, esperanza y amor, pero no quiero profundizar más porque merece la pena descubrirlo por uno mismo, como hice yo. Este libro es conmovedor. Inolvidable.