Revista Cine
Director: Jean-Luc Godard
Hola. No, no me he ido, es sólo que no es tan fácil ver películas (por cosas ambientales del barrio y de la casa misma), pero en lugar de amargarme, como solía ser antes (¿lo recuerdan? ja, ja, pero si no fuera por los vecinos nuevos... me cagaron toda la onda los desgraciados, a veces me dan ganas de tirarles piedras a sus ventanas en mitad de la noche), aproveché para ordenar mis horarios, dormir mejor, andar menos, no lo sé, somnoliento, que eso tampoco sirve para ver películas. De paso me tomé un respiro de los documentales, quisimos cambiar el foco, así que me dije que por qué no ver algo de Godard, total, tanto nos falta de él, y tanto que nos ha dado. Por lo demás, para evitarnos más complicaciones u obligaciones, nos relajamos y vamos a comentar las películas que veamos, sí, pero cuando podamos verlas; si es todos los días, genial, si no, ya llegará el momento, como llegó ayer y ya no llegó hoy, según me dicen mis oídos.
"Le petit soldat" se estrenó el año 1963 como la cuarta película de Godard, si bien, en realidad, la filmó y montó (es decir: terminó), después de su opera prima, "A bout de souffle". Si no la estrenaron entonces fue porque no se lo permitieron. Esta película, si se compara con los títulos más memorables o reconocidas de la filmografía de Godard, parece una rareza, ¿no?, pero tiene muchos rasgos reconocibles de este genio insoportable (para los demás, pues a mí me cae muy bien). Primero que todo, es una historia de espías, es decir, invoca y se vale de los códigos de un (sub)género para dotarlos de su propia visión y ejecución. Un francés que desertó del ejército de su país se encuentra en Ginebra haciendo misiones para la inteligencia francesa, que quiere acabar con los árabes, todo a raíz de la guerra con Argelia. Este francés, interpretado por Michel Subor, sufre una repentina crisis moral, lo que lo mete de lleno en complicaciones que, dada la línea de trabajo en que se encuentra, podrían ser letales. En todo caso el argumento es lo de menos, pues, si bien está bien narrado, con sus atractivos personajes, diálogos y escenarios, no es que haya inventado algo (en términos argumentales, insisto). Lo que hace de "Le petit soldat" una película tan potente son varias cosas que me cuesta ordenar. Es un alegato, no lo sé, antibelicista, aunque en este caso el campo de batalla no sean largas playas, vastas mesetas o preciosas montañas, es una ciudad, una bella ciudad, con sus luces y escaparates, sus atractivos turísticos, etc., tras los cuales se cometen las atrocidades de siempre. Es también un grito generacional, o eso me parece, Godard casi gritando de rabia o desesperación o impotencia o angustia por gran cantidad de jóvenes y no tan jóvenes que viven otra guerra, pero a sus ojos innecesaria, cómo negarle la libertad a un país que clama por su independencia, cómo estar esta vez del lado injusto. También se puede considerar como un grito de libertad, pero en el ámbito de lo filosófico o artístico o humano, en contra de las fronteras, físicas y mentales, una libertad existencial en otras palabras, una búsqueda de ideales y convicciones, cómo vivir sin ideales o convicciones, ¿se puede vivir sin ideales y convicciones? ¿Se puede vivir sin sueños, sin un propósito propio? Y me contradigo, porque este argumento está magníficamente escrito y dirigido, gran estructura dramática, gran puesta en escena, aunque una puesta en escena, en apariencia, fría, como desapasionada, sobria, sombría ciertamente, que refleja a la perfección la ambigüedad o, mejor dicho, la incertidumbre moral de esta historia. Hay espacio para lo romántico, para los líos de espías propiamente tal, para un monólogo tan hermoso como desolado (en donde Godard parece sacar de las tripas muchas de las cosas que siente y piensa, sin filtro alguno), para una larga y cruda, crudísima secuencia de torturas (en intención de clara denuncia, sin llegar al panfleto, aterradora en lo fácil y naturalmente con que se ensambla en la trama), como sabe escribir el genio de Godard, películas que funcionan como un gran bloque, coherente y correlativo, aunque sus cuatro o cinco partes desarrollen ciertos retos narratológicos propios.
"Le petit soldat" es una película explícita, no en un sentido escabroso, más bien por lo directo, sin anestesia, crudo, con que retrata el clima de amoralidad, deshumanización, mezclado con fatalismo o angustia vital, en el que se desenvuelven los personajes. Una dureza explícita que se siente en todo el metraje, dureza que no abandona a los personajes, ya abandonados en este juego en donde la muerte es algo normal, casi insignificante, lo que a su vez hace de las torturas algo tan duro de ver, porque lo filma con un desapego emocional o moral terrible, sin recalcar lo obvio, dejando que el espanto se apodere solo del fotograma.
Muy buena película, otra imperdible de Godard. Por cierto, casi olvido mencionar a Anna Karina, que interpreta el interés amoroso del protagonista, y que Michel Subor está notable, perfecto como este pequeño soldado, perdido y nada glamoroso (genial su imagen sin rostro, acaso metáfora de los soldados o espías en guerra), como un James Dean siendo espía. Como sea, véanla.