Revista Insólito
A John Brandrick, británico de 62 años, le diagnosticaron hace unos años un cáncer pancreático. Prepararon a su compañera psicológicamente para hacer frente a su muerte. Dejó el trabajo. Dejó de pagar la hipoteca y se dedicó a viajar con su compañera, gastándose una fortuna en restaurantes y hoteles, según informó en mayo de 2007 el diario The Times. Un año más después, comenzaron a remitir los síntomas, y el hospital llegó a la conclusión de que Brandrick no padecía realmente un cáncer terminal, sino una simple pancreatitis, perfectamente curable."Me quedé sólo con el traje con el que me iba a enterrar""Me deshice de todo, de mi coche, de mi ropa, sólo me quedé con un traje, una camisa y la corbata en la que deseaba que me enterrasen. No necesitaba más ropa porque sólo me daban seis meses de vida", declaró a la prensa, que lo dejó todo preparado para el funeral.
El caso se repiteEn septiembre de 2008, Andy Lees escocés de 72 años pierde todos los ahorros de su vida por culpa de un diagnóstico médico. A Lees le diagnosticaron cáncer terminal y decidió gastar todo su dinero. Le dio 1.200 euros a cada uno de sus cinco hijos y 2.500 a cada uno de sus nietos. Además, pagó por adelantado los 8.000 euros que costaba su funeral y regaló 3.600 libras a sus amigos.Sin embargo, un año después, le comunican que todo era un error, que no tiene cáncer sino una dolencia crónica de obstrucción pulmonar, y le han pedido disculpas por los daños causados a él y a su familia, según publica The Times.
Fuentes: The Times, 20 minutos