Cuando tienes hijos te das cuenta de un detalle importante a la hora de educarlos, que aprenden más por lo que haces que por lo que les dices. Si tu insistes en que se sienten bien, pero tu eres el primero en estar sentado de cualquier manera, es complicado que aprendan. Si pretendes que se laven los dientes después de cada comida, es mejor que vean que tu también lo haces.
Muchas veces, en los entornos empresariales se sigue la máxima de haz lo que digo pero no lo que hago. Con lo que vemos que se piden a los trabajadores que se queden un par de horas más para acabar un proyecto, pero los managers se van corriendo como alma que lleva el diablo cuando es su hora, o bien, se dedican a pasear por la oficina sin hacer nada productivo. También ocurre cuando piden esfuerzos salariales y aparecen al día siguiente con un coche nuevo de gama alta. Hay cientos de pequeños detalles que ponen en contradicción lo que queremos que hagan los otros, y lo que hacemos nosotros mismos.
Es cierto que muchos se escudan en que no todos somos iguales en la empresa, lo cual es parcialmente cierto, pero si quieres que te sigan, que te respeten y que se sientan implicados, ¿como esperas que entren en este juego si tu eres el primero en saltarse las normas?
Sentarse en un sofá y pedir más esfuerzo pero marcharse a las seis a casa es muy cómodo, lidiar con un problema de producción delegándolo a otra persona, sin informar, sin estar a su lado para apoyarle cuando sea necesario, es lo más sencillo del mundo.
El problema con este tipo de jefes es que no solo están quemado a su equipo, sino dejando en mal lugar el papel de los managers. No es fácil, no es sencillo, y no todos tienen las capacidades y las cualidades para ejercer -algunos las aprenden, otros la tienen de forma innata- pero es algo que requiere formación, esfuerzo y mucha concentración e implicación. Por eso es importante que todos estas personas que simplemente hablan y hablan, pero nunca están en las trincheras, compartiendo el pan y la sal con su equipo, no son más que una molestia innecesaria y un sueldo del cual se podría prescindir.
Por lo que si quieres ser un líder, o simplemente un manager, recuerda que tu también eres parte del equipo y por muchas reuniones, presupuestos, análisis y todo el trabajo que ya tienes por definición, has de bajar al campo de batalla, mezclarte con los personas que están bajo tu responsabilidad y compartir sus penurias, necesidades, felicitarles por sus éxitos -porque siempre serán suyos no tuyos- y dar ejemplo con tu actitud de como deberían de estar trabajando. Sólo de este modo, cuando sea la hora de apretar, de exigir, de dar malas noticias, te creerán y te seguirán.
Película: Patton
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