Lo más preocupante en España de la infamia chavista ordenando este fin de año la suspensión de tres de los 112 cargos opositores del parlamento venezolano, elegidos el pasado día 6, es que ese régimen siguió así el consejo del partido español Podemos de controlar las instancias públicas del país, incluidos los tribunales.
Mientras, Pablo Manuel Iglesias sigue apareciendo en decenas de vídeos, accesibles en yuotube, en los que alaba el régimen venezolano y promete introducirlo en España. Lo niega ahora, pero no puede borrar los documentos.
El frente opositor al presidente Nicolás Maduro obtuvo hace tres semanas 112 diputados de los 165 (más tres indígenas) de la Asamblea Nacional.
Dos tercios, 110, pueden legislar presupuestos, adoptar medidas políticas y económicas, decretar amnistías, por ejemplo para presos políticos como Leopoldo López, o votar la censura del vicepresidente y ministros del Gobierno.
El Tribunal Supremo, nombrado por el chavismo, ha inhabilitado a tres diputadas opositoras, con lo que anulan ese poder opositor, al margen de la postura que tomen los indígenas coptados gubernamentalmente.
Ahora será prácticamente imposible que los ganadores legislen lo que se propongan, mientras en España Podemos insiste en no condenar al régimen y en defender el “referéndum revocatorio” chavista de un gobierno, sistema de control y chantaje sobre todos los trabajadores públicos, incluidos los jueces, para que se plieguen al régimen.
Aquí está la esencia del chavismo urdiendo artimañas populistas, aparentemente democráticas, según el argumentario político de los dirigentes de Podemos a través de la Fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales), a la que pertenecieron Pablo Manuel Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa y Luis Alegre.
Cinco millones de españoles quieren hacer de España una nueva Venezuela: despecho, rabia u odio, cinco millones suicidándose.
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SALAS