Revista Cultura y Ocio

Lección de astronomía

Por Daniel Vicente Carrillo


Lección de astronomía
Humillar al hombre no es sólo tarea de religiosos. También tiene el ateísmo sus Pascales y sus Savonarolas, por influjo de la corriente deísta. Voltaire solía decir que al timonel de un barco -Dios- no ha de importarle el destino de las ratas, esto es, de la vil estirpe humana (¡humanismo secular!). Algo parecido escribían algunos hipócritas teólogos luteranos para justificar rústicamente el mal en el mundo. Yendo de mano en mano, pues, el gastado pero efectivo tópico pasa al fin al bando ateo:

La arrogancia suprema del pensamiento religioso: que una bolsa hecha de carbono, rellena mayoritariamente de agua, en una mota de polvo de silicato de hierro alrededor de una aburrida estrella enana… mire hacia el cielo y declare: “¡Todo esto se hizo para que yo pudiera existir!”

Ahora bien, la pequeñez de la Tierra respecto a la mayor de las estrellas conocidas no es nada en comparación a la insignificancia de ésta respecto al universo. Por tanto, esgrimir la modestia de nuestro planeta en términos cuantitativos es doblemente falaz. En primer lugar, porque todo es modesto en comparación al Todo. Y en segundo lugar, porque la pequeñez cuantitativa del fenómeno no nos informa de su importancia o excepcionalidad.
Cabe un tercer contraargumento: mi felicidad individual, aunque sea una minúscula parte de la felicidad humana, para mí es importantísima, y nadie puede convencerme de lo contrario. Por tanto, por más que esté persuadido de que todo el mundo es infeliz excepto yo, no por ello dejaré de alegrarme y de celebrarlo.
Sea como fuere, si se objeta la singularidad misma de nuestro caso como impropia de un Dios Creador de todo, respondo que no está escrito que la Providencia rija sólo para el hombre. Más bien leemos expresiones como “toda criatura” o “todo viviente”, que no hacen distinción ni de lugar ni de especie. De ahí que los antiguos dieran a los ángeles una función similar a la que hoy atribuyen a los extraterrestres quienes creen en ellos: vagar por las galaxias y establecer contactos eventuales con nosotros.

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