Revista Opinión

Lección de vida

Publicado el 29 enero 2018 por Miguelangel
Era un muchacho idiota, atolondrado y lenguaraz, al que le importaba poco lo que sucediera a su alrededor. Vivía ajeno al mundo, un mundo que quería comerse porque, eso sí, nunca le faltó ambición. No hacía caso a nada ni a nadie, comenzando por los padres, de los que pensaba que no sabían de la misa a la media. Los tenía por ignorantes, mientras que él era el ser más inteligente de la tierra. Iba a clase con la suficiencia del joven que se siente el centro del universo y no necesita lecciones ni consejos, por descontado. Pero un día sucedió algo terrible. Sucedió a sus 16 años y aquello le cambió el rumbo a su existencia. De la noche a la mañana, se encontró con una pared enfrente que debía escalar, sí o sí. El suicidio de la madre le pilló a contrapié —nadie espera algo así, por muchos casos que se analicen— y tuvo que asumir una responsabilidad inédita. Se convirtió en el hijo mayor que debe ejercer a la vez de padre y madre de sus hermanos, al tiempo que asumir otras obligaciones que ni se le habían pasado nunca por la cabeza. Aquello le hizo fuerte y le dio otro sentido a su vida. Le perdió el miedo porque convivió con la muerte, la sufrió tan de cerca que se dijo que nunca se dejaría arrastrar por ella. Y así transcurrieron los años, hasta que apareció el cáncer, una enfermedad que asusta y no se cura, sólo permanece dormida. Cuando lo supo, pensó que era un reto, otro más, en su vida. Y como tal lo afrontó, como cualquier otro tal vez, pero siempre firme. A veces se levantaba creyendo que se estaba muriendo, pero otros días el mal le servía de estímulo. El cáncer le ha ayudado porque no le concedió dramatismo. Al contrario, lo consideró una anécdota más, algo poco importante. De algo hay que morir, incluso de cáncer, bromea con asiduidad. “Desde que naces empiezas a morir, comienza la cuenta hacia el fin. Durarás más o menos, pero es tal cual. No me peleo con él, convivo con él”, proclama a quien le escucha. Busca la normalidad, hacer las cosas que hacía habitualmente. En un principio imaginó que la enfermedad le cambiaría muchas cosas, pero no ha sido así. De hecho, se ha sentido más creativo que nunca, pues ha sido para él una fuente de inspiración. Va al gimnasio, compone, da conciertos, escribe, vive... Sus marcadores tumorales están a cero, el cáncer descansa. Se ve bien, con pelo, y disfruta cada instante.En definitiva, disfruta y vive, así de sencillo.   ·   Relato libre basado en la experiencia vital de Pau Donés.#historiasdesuperación

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