En abril de 1979, con motivo de las primeras elecciones democráticas que se celebraron en este país tras la Guerra Civil, la UCD obtuvo en toda España un total de 28.960 concejales merced al apoyo del 30,6% del electorado. El PSOE obtuvo menos de la mitad de representantes, 12.077 concejales, y el 28,2% de los votos. El PCE, 3.732 concejales y el 13,1%, mientras Coalición Democrática, en la que se integraba AP, solo llegó a los 2.339 ediles con apenas el 3% de los sufragios. Así pues, en aquellos comicios, sería el partido que todavía lideraba Adolfo Suárez el claro vencedor, con más de cinco millones de votos depositados en las urnas.
Sin embargo, esos excelentes resultados no se tradujeron en alcaldías para los centristas, en tanto la izquierda, que ya acariciaba su llegada al poder en el gobierno estatal, se alió en la mayoría de los ayuntamientos españoles, arrebatando a la UCD plazas tan emblemáticas como la capital de España, donde los dos partidos mayoritarios obtuvieron 25 ediles, desnivelando la balanza los 9 comunistas, que apoyaron en su momento al candidato socialista, Enrique Tierno Galván. Y no solo ocurrió en Madrid, también en Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza o Málaga, el pacto de los socialistas con otras fuerzas de la izquierda propició gobiernos que sumaron 23 alcaldías de capitales de provincia para el PSOE, en tanto la UCD tendría que conformarse con 20. El PCE gobernaría en Córdoba, mientras el PNV se haría con las tres capitales vascas.
En la Región de Murcia, el PSOE, con algo menos de diez mil votos más que la UCD, se alzó con 23 alcaldías, por 18 para la coalición centrista, dos independientes y una, Fortuna, que fue a parar a los comunistas. En la capital murciana, el socialista José María Aroca precisó los votos de los dos concejales obtenidos por el PCE para gobernar, tras salir elegidos 13 concejales del PSOE frente a 12 de la UCD y por una diferencia de menos de cuatro mil votos.
Valga este baile de cifras para situar al lector en un hecho histórico, acaecido en la primera consulta que se llevó a cabo para elegir a los representantes municipales españoles. Y es que, aquel pacto PSOE-PCE para gobernar en la mayor parte de los ayuntamientos, causó un enorme rechazo entre el electorado del centro-derecha, que incluso llegó a considerarlo una especie de fraude, a pesar de resultar perfectamente democrático y conforme a la ley.
Ahora, cuando desde el PP se entiende que peligrarían determinadas alcaldías en su poder de cara a las municipales de 2015, se opta por cambiar las reglas que han regido desde el 79. No es de extrañar, aprendieron la lección, si bien esto es algo que el PSOE ya propuso en 1998, cuando ese partido barruntaba su desmoronamiento municipal ante el auge y expansión de un PP instalado en el gobierno nacional. Y en todo ello subyace ahora un denominador común: la inesperada irrupción de Podemos, toda una incógnita por despejar de cara al futuro electoral de este país, y que tanto está inquietando a los que habitualmente se suelen instalar en el poder.
['La Verdad' de Murcia. 25-8-2014]