Revista Sociedad

Lecciones andaluzas

Publicado el 24 marzo 2015 por Abel Ros

Cuanto más dividida esté la derecha, mejor para el partido socialista


Lecciones andaluzas
ientras conocidos y allegados lloran en Andalucía por el cadáver de UPyD, en el hospital postelectoral se hallan en estado crítico los exsocios de Susana. En el campo de batalla, entre el polvo de los caballos, se encuentra el cuerpo moribundo del Partido Popular. Por su parte, las filas socialistas mantienen sus efectivos después de la contienda; los mismos que lucharon, hace tres años, a las órdenes de Griñán. Mientras las medidas abusivas del gobierno de Rajoy han pasado factura a su anfitrión de Andalucía (Juanma Moreno), el caso de los ERE no ha causado mella en el electorado socialista. No la ha causado, como digo, porque el PSOE ha logrado el mismo resultado, que obtuvo con José Antonio en el 2012; cuando no existía Podemos, ni las siglas de Rivera. Desde la garita de Génova, don Mariano mira con recelo el triunfo de "la hija del fontanero", Susana Díaz. Lo mira, queridísimos lectores, porque teme a que los resultados de Andalucía, sean el toque de queda para abandonar La Moncloa.

Aunque Sánchez y Chacón atribuyan el éxito de Susana a una cuestión de partido, lo cierto y verdad, es que sin Díaz mediante, otro gallo cantaría hoy en los corrales sevillanos. Otro gallo cantaría, como digo, porque el liderazgo de Susana es incuestionable. Tanto es así que, mientras en los carteles electorales, su nombre aparecía en letras grandes y llamativas, el nombre de Sánchez – su jefe de partido – figuraba en un segundo plano, como si de un telonero de Jesulín de Ubrique se tratara. No olvidemos que "la rubia de Andalucía" contó durante toda la campaña con el apoyo de Felipe, algo formidable para una segundona apadrinada por Griñán, un imputado – perdón, "investigado" – por el escándalo de los ERE. Si el éxito de Andalucía fuera debido al PSOE, algo semejante debería suceder en las próximas autonómicas y locales. Algo que probablemente no sucederá, porque Gabilondo – por poner un ejemplo – está a años luz del arte de Susana para “pactar" con las masas.

Por ello, señores y señoras, aunque algunos pesos pesados de su partido le quiten valor al triunfo de Díaz, lo cierto y verdad es que Díaz ha aprobado el examen de las urnas. Algo que todavía no han hecho ni Pedro, ni Chacón. 

Aunque Susana haya sido la ganadora, sus escaños no le otorgan la comodidad parlamentaria. No se la otorgan, como digo, porque no ostenta, como ustedes saben, la mayoría absoluta. Luego, por mucho que diga que gobernará en solitario; en muchísimos momentos de su mandato, tendrá que "pasar por el aro" de los otros; o dicho de otro modo, bailar con la fea, si quiere sacar sus proyectos adelante. Así las cosas, a pesar de que su liderazgo haya contribuido, de manera decisiva, para frenar el embate de Podemos; lo cierto y verdad, es que los escaños conseguidos por su partido; tienen menos respaldo que los obtenidos por Griñán. Así las cosas, la victoria de Susana es, sin duda alguna, una consecuencia del descalabro del Pepé por el mordisco de Ciudadanos y, de la caída de Izquierda Unida por el éxodo de la mayoría de sus votantes a la casa de Podemos.

De todos los partidos, el más perjudicado de la contienda electoral ha sido, sin duda alguna, UPyD. Tanto es así que no ha obtenido representación parlamentaria, luego no tendrá ni voz ni voto en el foro oficial de Andalucía. Si hubiese concurrido a las urnas junto al partido de Rivera, probablemente hoy, nadie pediría la cabeza de la exsocialista, Rosa Díez. Nadie la pediría, cierto, porque la sinergia de UPyD y Ciudadanos, hubiese golpeado – todavía más – a la derecha. La dimisión de Díez tampoco curaría la herida de su partido. No la curaría, queridísimos lectores, porque UPyD sin Rosa Díez sería como la Coca Cola sin burbujas. Para rescatar a UPyD del ostracismo en que se encuentra, lo más sensato sería el entendimiento con Ciudadanos. Cuanto más dividida esté la derecha, mejor para el partido socialista. Mejor, porque con los mimbres de Andalucía, los mordiscos de Podemos se los lleva Izquierda Unida. De tal modo, que la hegemonía progresista la seguirá ostentando el partido socialista. Algo nefasto para una derecha débil por la irrupción de Ciudadanos. Atentos.

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