Cada familia es única y evoluciona como resultado de la mezcla de la historia personal, las influencias culturales, los temperamentos, los talentos y las experiencias de las personas que la componen. El modelo tradicional de familia compuesta por padres y dos hijos ya no es la norma, y olas familias pueden adoptar diversas formas con los años. Las familias típicas ya no son homogéneas, sino mezcladas, multi-raciales y monoparentales.
Manejar el cambio:
Las familias atraviesan por etapas como el nacimiento de un bebé, la llegada de un nuevo hermano, una mudanza o el comienzo del colegio. Estos períodos, aunque positivos, pueden resultar sorprendentemente desafiantes y estresantes debido a que el papel de cada uno de la familia puede cambiar por completo al iniciar una etapa de cambio. El modo en que los niños y los padres han aprendido a convivir también puede cambiar.
Durante los períodos de cambio, tu hijo puede ser incapaz de hablar sobre lo que le preocupa, pero su infelicidad puede reflejarse de otro modo. Si percibes cualquier cambio en el comportamiento de tu hijo (dificultad para dormir, mojar la cama, ensuciarse encima, o pegarse más a ti), ofrécele consuelo y ayúdale a expresar sus sentimientos y preocupaciones. Tu hijo buscará tu consuelo cuando se sienta disgustado. Intenta dedicarle tiempo aunque tú misma te enfrentes a dificultades. Si el niño no encuentra consuelo y seguridad en ti, su ansiedad aumentará. Cuando se produzca un cambio, no será fácil mantener la rutina, que cuenta, pero se adaptará más rápidamente si tus sentimientos y respuestas hacia él permanecen invariables.
Hacer frente a la separación y el divorcio:
Nadie quiere que su relación fracase, pero desgraciadamente, la separación y el divorcio están a la orden del día, sobre todo en occidente. El proceso del divorcio es un desafío doloroso y, a menudo, traumático, pero es una transición por la que deben pasar muchas familias. Aunque te estés separando de alguien que no sea el padre biológico de tu hijo, el cambio será muy inquietante, sobre todo si el niño ha establecido vínculos con tu pareja. Sean cuales sean sus problemas, intenta verlo des del punto de vista de tu hijo, y mantén siempre abiertas la líneas de comunicación. Piensa en los efectos a largo plazo de tus decisiones y comportamiento.
Aunque resulte tentador ofrecerle a tu hijo falsas esperanzas, no le digas que todo va a salir bien si no es así. Aunque a corto plazo la situación sea difícil, las investigaciones sugieren que son existen implicaciones negativas a largo plazo para la mayoría de los niños, siempre que la ruptura se produzca respetuosamente. La manera en que se comporten los padres es el factor más importante que afecta la capacidad del niño para acostumbrarse a corto y a largo plazo. Cuanto más larga y traumática resulte la separación, mayor será la angustia del niño, y más lenta su adaptación.
Cuando le expliques a tu hijo que te separas, hazlo con sencillez. Explícale lo que va a suceder. “Papá (o mamá) y ano vivirá con nosotros. Vivirá en X. nosotros nos quedaremos aquí y tú lo verás tal y tal día. Papá siempre será tu papá, y mamá tu mamá, y los dos te amamos mucho”. Puede que tengas que responder a preguntas difíciles como, “¿Se quieren?” Los niños no necesitan conocer todos los detalles, aunque quieras hablar de de ello. Los asuntos de los niños y los de los adultos deben permanecer separados. Lo único que quiere saber tu hijo es que tú estarás bien y que lo seguirás queriendo. Deja claro qué será lo mejor para él.
Controlar las emociones:
A tu hijo no le hará daño verte disgustada, pero no es bueno que te vea perder el control. Si te sientes vulnerable y no puedes controlar tus emociones, busca amigos o parientes como distracción o consuelo. También necesitarás su consuelo emocional durante los períodos difíciles. Los niños pequeños, de 2-3 años, tienden a mostrar un comportamiento regresivo, mientras que los que son algo mayores, 3-4 años, pueden mostrar sentimientos de culpa, confusión, irritabilidad y agresividad. Aunque estés pasando una mala época, es importante que se mantenga los límites de comportamiento y las consecuencias.
Escuchar sistemáticamente prolongadas disputas no es bueno para los niños, que pueden llegar a culparse por los problemas de la familia. Los niños menores de cuatro años son incapaces de ver el mundo desde tu perspectiva y piensan que todo lo que sucede es por ellos. Necesitan oír repetidamente de sus padres que lo que sucede no es culpa de ellos. Aunque un niño pequeño puede no tener la profundidad emocional, o las palabras, para expresar sus sentimientos, no hay duda de que la separación de sus padres hará tambalearse todo su mundo.
Acepta el hecho de que tu hijo se sentirá triste y echará de menos a papá o a mamá. Déjalo que lo exprese y que muestre sus sentimientos sin tener que preocuparse por el efecto emocional que puedan tener sobre ti. No caigas en la tentación de implicar a tu hijo en la decisión de la separación, ni le preguntes con quién quiere vivir. Sus lealtades estarán rotas y es demasiado pequeño para tanta responsabilidad. Es tu decisión, no la suya. Evita utilizar a los niños como moneda de cambio. Es injusto para ellos y puede dañar su relación a largo plazo.
Una vez pasado lo peor tras el divorcio o la separación, puede que estés preparada para iniciar otra relación, una relación que puede que también incluya niños. Lo más importante para tu hijo es que sea consciente de que aún es el centro de tu mundo.
El niño los necesita a los dos. No importa lo mal que lo estés pasando, recuerda que tu “ex” sigue siendo el padres de tu hijo. El niño esperará seguir siendo el centro de tu mundo y está dispuesto a jugar en cualquier momento. Asegúrate de que pase mucho tiempo con ambos padres y anímale a hablar sobre papá o mamá. No hables mal de tu anterior pareja delante del niño, puede influir en su comportamiento y confundirlo. Ten siempre en cuenta el efecto, a largo plazo, de tu comportamiento.