Lectura política de la tasa de ganancia

 ALEXANDRA MULINO

El proceso actual de transnacionalización general del capital es legitimado por lecturas burguesas de carácter biologicista, sistémica y posmoderna que impulsan interpretaciones políticas subjetivas.

Lamentablemente, buena parte de las universidades y centros de investigaciones sociales conforman sus estructuras curriculares en esas premisas. En consecuencia, se organizan programas académicos donde invalidan la lucha de clases, el papel rector de los sindicatos políticos revolucionarios y el materialismo histórico por considerarlos obsoletos.

Los dirigentes formados en esas casas del “conocimiento y el saber”, aunque se denominen progresistas, reproducen los valores e intereses de la burguesía en esta “hora” del capitalismo “sin rostro humano”.

De esta manera, las formas de producción, acumulación y explotación capitalistas se naturalizan tanto que no sobrepasan la pura demostración econométrica. La tesis del “fin de la historia” lleva a muchos líderes políticos, inclusive de las izquierdas, a valorizar ese punto de vista acrítico y cuantitativista.

En definitiva, las interpretaciones filosófico-sociales tienden a separarse de las explicaciones histórico-políticas. Por ello, con relación a la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, Marx dejó en claro que “dentro de los límites de la comprensión capitalista (…) que ésta tiene un término, que es relativa, que no es un modo absoluto sino solamente un modo histórico de producción, correspondiente a una época determinada y limitada en el desarrollo de las condiciones materiales de la producción”.

Justamente, en la exposición histórico-social de esta ley debe centrarse la atención de los partidos políticos revolucionarios para la reorganización de sus “cuadros políticos” ya que la burguesía global, a fin de evitar la caída de la tasa de ganancia, diseñan políticas económicas hemisféricas que contrarrestan esa tendencia. Los sectores obreros y trabajadores son los únicos afectados, por tanto la reestructuración sindical y la formación política son vitales para luchar contra una de las principales causas contrarrestantes: la sobreexplotación relativa que se expresa en el trabajo precario.