No hay mal que por bien no venga, o eso dicen. La verdad es que tengo que estar de acuerdo con esta frase hecha, pues con las dos terceras partes de los ordenadores de casa estropeados y con el tercio restante funcionando a medio gas – menos que a medio gas, de hecho – no me ha quedado otra que dedicar un tiempo mas extenso a la lectura con gran regocijo por mi parte.
Mientras los feeds se acumulan por cientos en mi Google Reader – y son borrados con casi la misma eficiencia – y, por tanto, descargándome del tiempo necesario para su lectura e inspección, he podido rescatar del “fondo” de la biblioteca de casa dos libros que hace mucho, mucho tiempo leí y que, como casi siempre pasa después de tanto tiempo, una segunda lectura resulta de lo mas agradable.
El primer libro que he devorado es Por quien doblan las campanas de Ernest Hemingway en una arcaica traducción al catalán – un poco pesada, la verdad – publicada por Edicions Proa en 1966. La novela, escrita en 1940, es vibrante, ágil, conmovedora y muy cinematográfica y narra las aventuras de un norteamericano que ejerce de saboteador junto a unos partisanos del bando republicano en la Guerra Civil Española. Muy buena.
La segunda que he acabado es una obra maestra de la cual casi no me acordaba nada de mi lectura anterior. Se trata de Madame Bovary de Gustave Flaubert, obra publicada por el autor francés en 1857 en donde se narra la insatisfecha vida de una mujer acomodada casada con un mediocre medico rural de buena posición. Flaubert en esta obra realista, además de su brillante prosa descriptiva, conmociono a la sociedad de su país de finales del siglo XIX con este critico retrato de la gente de su época. La versión que he leído es una estupenda edición de Cátedra de 1998.
Y como parece que el ordenador que tengo a reparar no me lo traen y no me atrevo a instalar un nuevo sistema operativo en el que estoy escribiendo esto. Es un vejestorio de 8 o 9 años que no me permite acentuar, ver vídeos (nada en Flash), ni subir imágenes – cuando lo intento me escupe del navegador – pero que como digo no me atrevo a tocarlo pues es el que se usa en casa para imprimir y escanear, lo que voy a hacer es agenciarme dos libros mas del “fondo” – tengo que aclarar que mi padre fue librero y que el “fondo” que hay en casa es de unos 4000 libros, así que tengo para rato – y a sumergirme de nuevo en la lectura.
Esta vez los libros escogidos son Rojo y Negro de Stendhal y Berlin Alexandreplatz de Alfred Döblin. Cuando los acabe ya haré una reseña.