En esta ocasión he intentado organizarme y escribir el post de lecturas poco a poco, según terminaba cada libro. No siempre lo he conseguido, algunas reseñas están escritas a pares, pero es todo un logro en comparación con los casi tres meses que dejé pasar en mi recopilación anterior. Gracias a eso, y a que aún no ha terminado el mes, caben todos los libros en un único post. Hay algunos muy interesantes.
Manalive (traducido como "El hombre vivo") es una comedia de enredo de G.K. Chesterton, el autor del muy recomendable Padre Brown. Me recordó al guión de una película de Gary Grant, o incluso de los hermanos Marx, una historia en la que la alegría de vivir y de disfrutar del mundo están por encima de las convenciones y hasta de la sensatez, al menos en apariencia. La vida deja de ser rutina para convertirse en un juego que no todos entienden y que algunos pretenden juzgar. Semejante juicio tiene consecuencias inesperadas aunque confieso que, hacia el final, el desenlace se me hizo un poco largo. ¿Se necesitan tantas explicaciones? Supongo que esa es una más de las cuestiones del libro.
El espejo en el espejo de Michael Ende es un libro de relatos no infantiles del famoso autor alemán. Todos los cuentos de este libro poseen una cualidad inquietante, algunos son incluso verdaderas pesadillas de las que no se puede despertar. Son historias que atraviesan el espejo de la realidad y ahondan en la mente en un laberinto sin final que te mantiene atrapado.
El árbol de las brujas, sin ser de los mejores libros de Bradbury, es muy imaginativo y se lee con gusto. A través de un grupo de niños disfrazados para Halloween, Bradbury hace un recorrido rápido y lleno de emociones por el día de los Muertos de las distintas civilizaciones. La resolución es estupenda, cosa que siempre deja una buena impresión. Bradbury, además de entretenido, es garantía de buena escritura.
Bomb: The Race to Build--and Steal--the World's Most Dangerous Weapon de Steve Sheinkin es, más que una novela, un reportaje periodístico completo pero con la tensión añadida de un thriller bélico de espionaje. La historia ata todos los cabos, da breves apuntes biográficos de los personajes, menciona de un modo asequible las bases científicas de la física atómica y el proceso de construcción de la bomba, tanto a nivel físico, químico y de ingeniería. Desde el punto de vista histórico, narra la evolución de la guerra, menciona las reuniones de Churchill y Roosevelt y, a su muerte, Truman, la relación de conveniencia sin confianza con Stalin, describe los tentáculos del comunismo en América y su relación con la red de espionaje de la URSS (lo que explica mucho de la política "paranoica" de McCarthy). En algunos momentos, la acción es digna de una película de Bond, como el episodio del sabotaje del agua pesada noruega para así entorpecer las investigaciones alemanas en el campo de la energía atómica. Mantiene el ritmo y la emoción. Es instructivo y engancha.
Gog, de Giovani Papini, es un libro que te descoloca, que te deja sin saber qué pensar y, que por eso mismo, a lo que se añade su originalidad y su gran narrativa, te atrapa. Su protagonista es un millonario demente ingresado en un manicomio. En un puñado de hojas, que entrega al autor, ha plasmado su vida, sus viajes, sus encuentros con personajes relevantes y sus reflexiones sobre la humanidad, la religión, la soledad, la mezquindad, la muerte, la magia y el mundo en general en un puñado de hojas. El escritor, tras leer esas páginas, agrupadas sin orden ni concierto, las selecciona, censura y transcribe. Resulta en ocasiones cómico, cínico en otras muchas, macabro en algunas, esperpéntico con frecuencia e interesante siempre.
Gog (de nuevo a través de Papini) escribe una continuación de su diario 20 años después, El libro negro, que por supuesto, tenía que leer. No es un libro demente como el primero aunque no por eso resulta menos interesante. Me gustó el manuscrito de Cervantes sobre la juventud de Don Quijote, muy apropiado además para el año que corre. Me llamó la atención uno de los capítulos por ser una crítica descarnada a la industria editorial, con una creación literaria en cadena. Hay nuevas entrevistas (Frank Lloyd Wright, Molotov...), oportunistas con ideas disparatadas, análisis del universo, descripciones de la vida eterna, hallazgos literarios y filosofía desde otro punto de vista.
La luna era mi tierra de Enrique Araya es una novela de humor agridulce. El protagonista es un soñador cuyos sueños interfieren con la realidad de su vida ya desde su infancia: sueña en el colegio, su primer amor es Venus, se pierde en las Matemáticas, lleva la contraria por sistema a su profesor de Filosofía (porque la Filosofía permite discrepar), va a Bellas Artes cuando está matriculado en Derecho y trata de construir su propia explotación agrícola a base de créditos basados en humo. Lo curioso es que no es un optimista sino un superviviente aferrado a sus sueños.
En un párrafo magnífico, he descubierto el secreto de la sinfonía de las olas: Los tres compases de cada ola llegan a mis oídos desde la playa de Lilén como la música más emotiva que conoce mi alma primitiva de muchacho Primero, el seco estampido de la ola que revienta y retumba en los espacios; después, el ronco bramido de la espuma turbulenta que se arrastra como hirviendo, y, por último, ese son característico que emiten las aguas al desgranarse sobre la arena húmeda y brillante que parece pedir silencio al mundo.
Half Magic de Edward Eager me resultó demasiado infantil. Las aventuras de cuatro hermanos que encuentran un amuleto con la particularidad de conceder deseos a medias me pareció una premisa interesante. El problema es que los chiquillos enseguida se las apañan para pedir deseos enteros y eso le quita la mitad de la gracia al libro.
Petite fabrique des rêves et des réalités de Philippe Claudel es una novela cinematográfica que no me convenció. El primer tercio del libro es estupendo, en esa parte el autor reflexiona sobre su papel de director de una película: habla de la luz, los actores, el escenario, el montaje, los rostros, la historia, las emociones, el vacío, la música, el silencio... Son reflexiones pausadas en un lenguaje sencillo y musical que te mete poco a poco en el ambiente del rodaje, están además muy bien escritas y resultan muy agradables de leer. Después de esa parte, viene el guión en sí que, lamento decir, no me interesó en absoluto.