Las lecturas de tabaquería, un oficio con fuerte raigambre en la cultura popular, fueron declaradas este viernes como Patrimonio Cultural de la Nación Cubana, en acto celebrado en el teatro de la Central de Trabajadores de Cuba.
Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Fundación Fernando Ortiz, significó que la pasión de las grandes novelas de la historia está impresa en el sabor inconfundible del tabaco cubano.
Gladis Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, explicó que se le confiere tal distinción a las lecturas por ser una muestra del diálogo cultural permanente entre obreros de la industria tabacalera y la sociedad.
José Martí, en su famoso discurso revolucionario del 26 de noviembre de 1891 a los tabaqueros de Tampa, los describió como obreros que trabajaban "con la mesa de pensar al lado de la de ganar el pan" y habló de "aquellas fábricas que son como academias con su leer y su pensar continuos, y aquellos liceos donde la mano que dobla en el día la hoja de tabaco, levanta en la noche el libro de enseñar. Trabajador de hojas de tabacos y de hojas de libros"
La tradición de las lecturas de tabaquería comenzó en 1865 en la fábrica El Fígaro, por idea de Saturnino Martínez, y desde ese entonces se han leído novelas clásicas de Víctor Hugo, William Shakespeare, Alejandro Dumas y de otros grandes escritores.
Marcas reconocidas de tabacos cubanos, como Romeo y Julieta y Montecristo, deben su nombre a textos como esos.