A finales de enero la editorial ECC publicó el sexto volumen de la etapa de Peter Milligan en la serie más longeva del sello Vértigo: Hellblazer. En el año 2013 se celebrará el vigésimo aniversario del sello para adultos de DC. Para el mago John Constantine serán 25 años de publicación ininterrumpida, y aún parece mantenerse en cierta buena forma. Comenzamos con este artículo una serie que se extenderá a lo largo de todo el año, una vez al mes, para repasar la carrera del mago más odiado en el Infierno (y en el Cielo, y en la Tierra) y de otros grandes personajes que han compartido sello con él: Morfeo (The Sandman), Spider Jerusalem (Transmetropolitan), Jesse Custer (Predicador) o Dashiel “Caballo Terco” (Scalped). Más información a un click.
Si revisamos el historial de John Constantine y empezamos a contar esta historia desde el final, como pretendemos, parece que al de Liverpool no le han ido mal las cosas: su envejecimiento se ha detenido en un punto indeterminado entre los cuarenta y los cincuenta años, aunque los que le conocemos bien sabemos que tiene 59. Goza de una excelente forma física a pesar de todo el alcohol que bebe y el paquete y medio diario de Silk Cut que lleva fumando al menos desde que Alan Moore nos lo presentara en las páginas de La Cosa del Pantano en 1985. Su cabello rubio se ha tornado un poco grisáceo, y ha dejado de parecerse a Sting para convertirse en un Marlon Brando mal encarado, pero eso no le ha impedido seducir recientemente a una “suicide girl” alquimista, hija de un gánster. E incluso casarse con ella. El secreto debe estar en la sangre de demonio.
A sus años una de las cosas que le quedaban por hacer a John Constantine era pasar por la vicaría. Portada de Simon Bisley para el número 275
El ascenso del Mago
John Constantine nació en Liverpool el 10 de mayo de 1953 tras un parto traumático que le costó la vida a su madre y donde se descubrió que el gemelo con el que compartía útero también había fallecido, estrangulado por su cordón umbilical. Su padre era un hombre brutal, que desde niño le culpó de la muerte de su esposa. Pronto John y su hermana mayor, Cheryl, huyeron de casa para irse a vivir con su tía a Northampton. En 1969 el joven John abandona la ciudad natal de Alan Moore para buscar suerte en Londres. Allí conoce a Francis William “Chas” Chandler, que primero será su compañero de piso y posteriormente en su taxista particular y uno de los pocos que por el momento ha sobrevivido a su amistad con John, aunque ésta le haya costado no pocos disgustos.
El mejor amigo de John es Chas, un taxista curado de espanto. Portada de Glenn Fabry para "Hellblazer Special: Chas. The Knowledge"
A principios de los años setenta Constantine comienza a enredarse con los círculos ocultistas londinenses y a practicar magia ceremonial siguiendo las enseñanzas de Aleister Crowley. En esos tiempos viaja por primera vez a Estados Unidos, visitando San Francisco, donde entabla una relación con una joven bruja llamada Zatanna.
Zatanna y Constantine exploraron juntos otras dimensiones
John creció como un joven rebelde y su verdadera revelación fue descubrir a los Sex Pistols en 1977. Poco tiempo después comenzó a recorrer Inglaterra con su propia banda de punk, Mucous Membrane.
Los chicos de Mucous Membrane antes de una actuación estelar en Newcastle. Dibujo de Marcelo Frusin
Su único “hit”, Venus of the Hardshell, podría haber sonado más o menos así:
La primera experiencia real de John con la magia tuvo lugar en Newcastle, tras una actuación con su banda en el Casanova Club, una noche primaveral de 1979. No relataremos aquí lo que sucedió aquel día. Basta decir que hubo muertes y hubo horror, y que Constantine acabó con sus huesos en el siniestro psiquiátrico de Ravenscar, con los nervios destrozados, completamente trastornado, y siendo sospechoso de asesinato. Pasará años entrando y saliendo de la institución mental. Nunca se recuperará por completo del trauma de Newcastle, ni de las torturas a las que se vio sometido durante el tratamiento.
John Constantine lo ha pasado mal a lo largo de los años, que no os engañe su habitual cara de tipo duro. Portada de Glenn Fabry para el número 58
¿Que mas podemos contar de John Constantine? Ha brindado con el mismísimo Lucifer, al que le ofreció una pinta de cerveza hecha con agua bendita. El propio Primero de los Caídos se vio obligado a salvarle de un cáncer de pulmón en fase terminal para evitar una guerra en el infierno entre todos los demonios que reclamaban para sí su alma. Fue maestro de Alec Holland, La Cosa del Pantano. Colaboró también con Morfeo, Sueño de los Eternos, buscando su preciada bolsa de arena. Ha ayudado a mucha gente y también perjudicado (a veces de forma fatal y definitiva) a otros muchos que confiaron en él. Es malhablado, provocador, traicionero, mujeriego, aficionado al alcohol, adicto empedernido al tabaco. Bajo su fachada egocéntrica y cínica guarda mucho odio hacia sí mismo. Represente a la esencia del antihéroe, y, de esta forma, a la esencia del mago.
Con frecuencia se compara al mago con el rebelde. La seducción que todavía ejerce sobre nosotros su figura procede de haber sido el primero que dijo No a los dioses y Sí a la voluntad humana. [...] En la figura del hechicero hay una tensión trágica, ausente en el hombre de ciencia y en el filósofo [...] en su mundo los dioses y las fuerzas naturales no son sino poderes que hay que seducir, vencer o burlar. La magia es una empresa peligrosa y sacrílega, una afirmación del poder humano frente a lo sobrenatural. Separado del rebaño humano, cara a los dioses, el mago está solo. En esa soledad radica su grandeza y, casi siempre, su final esterilidad. Por una parte, es un testimonio de su decisión trágica. Por la otra, de su orgullo.
Octavio Paz, El Arco y la Lira
Contraportada de Tim Bradstreet para el número 181
Los años de la “invasión británica” y el nacimiento de Vértigo
Semejante biografía no habría sido posible de haberse concebido el personaje de John Constantine en otro momento. El mago inglés es el abanderado de un fenómeno que tuvo lugar en DC a finales de los años ochenta, la llamada invasión británica. Encabezados por Alan Moore, una larga lista de guionistas y artistas que procedían en su mayoría de publicaciones de la mítica revista inglesa 2000AD fueron arribando a Estados Unidos y consolidándose en DC con una línea de cómics oscuros, irónicos, inteligentes, dirigidos a un público adulto que buscaba argumentos más realistas o impactantes.
Garth Ennis guionizó Hellblazer y creó Predicador. En ambas colecciones contó con Glenn Fabry para las portadas. El protagonista de Predicador, Jesse Custer, tiene muchos motivos para pedirle cuentas a Dios. En primer lugar, el asesinato de su padre
Autores como Jamie Delano, Neil Gaiman, Garth Ennis, Warren Ellis, Grant Morrison o Peter Milligan configuraron una especie de realismo mágico con aroma a whisky y cerveza stout, que se concretó, tras el éxito de series como The Sandman o Hellblazer, en la creación de un subsello que acogiera estas historias fuera de la continuidad del Universo DC, series con argumentos sofisticados, pobladas de personajes que se expresan con un lenguaje más que explícito. Vértigo ha publicado títulos como The Sandman (Neil Gaiman, 1989 – 1996), V de Vendetta (Alan Moore y David Lloyd, 1989), Una historia de violencia (John Wagner y Vincent Locke, 1997), Predicador (Garth Ennis y Steve Dillon, 1995 – 2000), Transmetropolitan (Warren Ellis y Darick Robertson, 1997 – 2002), Los Invisibles (Grant Morrison, 1994 – 2000) o 100 Balas (Brian Azzarello y Eduardo Risso, 1999 – 2009). Y continúa a día de hoy dando cabida a títulos de gran calidad, como Scalped (Jason Aaron, R.M. Guéra), Fábulas (Bill Willingham y Mark Buckingham), Northlanders (Brian Wood) o American Vampire (Scott Snyder y Rafael Alburquerque).
Entre todas ellas, refugiándose en su gabardina contra viento y marea, camino al cuarto de siglo, John Constantine continúa su andadura: Hellblazer alcanza este mes el número 288.
Portada de Simon Bisley para Hellblazer #256, el sexto número de la nueva etapa
El Hellblazer de Peter Milligan
El guionista británico Peter Milligan comenzó su etapa de Hellblazer en 2009, con el número 250 de la colección. Su llegada fue aclamada por los fans: la anterior etapa, con guiones de Andy Diggle, no había logrado su objetivo de llevar el tono de la serie de regreso a sus orígenes (los monólogos interiores de Jamie Delano, situados en el opresivo clima de la Inglaterra de Tatcher). Otros experimentos, como la etapa que había corrido a cargo de la novelista escocesa Denise Mina, resulta mejor dejarlos en el olvido.
Milligan, por el contrario, presentaba un currículum intachable: sus anteriores trabajos para Vértigo en series como Animal Man o Shade, el Hombre Cambiante eran una fantástica carta de presentación. En el apartado artístico, el italiano Giuseppe Camuncoli ofrecía un estilo de dibujo interesante, de líneas rígidas y abruptas pero mucho más dinámico que el sucio realismo de Leonardo Manco, que nos había acompañado en los últimos años. Y un tercer nombre que no requiere presentación para los aficionados al cómic: Simon Bisley completando un equipo de garantías.
Simon Bisley no es el dibujante principal en la etapa, pero sus colaboraciones redefinen la estética de la colección.
¿Y qué ha sucedido? Por el momento una etapa irregular pero con momentos muy notables, que no es poco decir: resulta difícil conservar la frescura en una serie de cómic tan longeva, y más aún cuando el personaje envejece en tiempo real (al menos lo hizo hasta que cumplió los cuarenta años, luego el proceso ha ido ralentizándose), acumulando cicatrices, amantes muertas y adversarios diabólicos que han jurado vengarse.
Introduciendo un elemento romántico en la vida de Constantine, que no había vuelto a tener una pareja estable desde Kit Ryan, Milligan humaniza al mago británico y le proporciona nuevas debilidades que sus enemigos no tardarán en explotar. Los dos primeros arcos, Scab y Enganchado, son entretenidos principalmente gracias a la ácida ironía de John mientras lo vemos caer en los brazos de la encantadora Phoebe, doctora en medicina a la que se le predice un destino funesto. El tercer arco, India, es un supuesto viaje de purificación que acaba resultando bastante insulso. Parece que Milligan lo intenta, pero le faltan ideas.
Afortunadamente encuentra la solución, trayendo de vuelta al personaje con quien se consagró, Shade, el Hombre Cambiante. El duelo entre Constantine y el loco Shade se desata en el cuarto arco, Ingresado, que nos recuerda por momentos a los tiempos dorados del “Universo Vértigo”. La jugada le sale bien a Milligan, que se mueve mejor en un registro menos contenido.
Milligan ya había presentado a Shade y a John Constantine en el número 42 de Shade, el Hombre Cambiante
Constantine vuelve a una institución mental, y debemos reconocer que nos encanta verle torturado por sus demonios interiores hasta el punto de llegar amputarse su propio dedo pulgar. Milligan comienza a unir tramas con cierta sutileza, porque ese gesto de locura va a sentar la base para un arco posterior. Previamente tendremos nada menos que la boda de Constantine, todo un evento en el que no podía faltar el enemigo más antiguo y odiado, Nergal. El demonio le prepara una suerte de despedida de soltero con un súcubo como atracción principal. ¿Y qué decir de la novia? La alquimista Epyphany Greaves le da perfectamente la réplica al detective de lo sobrenatural y Milligan, mucho más cómodo, encuentra el camino escarbando en el rico plantel de personajes que han recorrido los cómics de Hellblazer todos estos años, recuperando la figura de Gemma, sobrina de John, que ya había tenido en la adolescencia sus escarceos con la magia y fué de especial importancia en la etapa guionizada por Mike Carey.
A la izquierda, tío John en Hellblazer #61 (1993), portada de Glenn Fabry. A la derecha, la sobrina de Constantine, Gemma Masters, en Helllblazer #280 (2011), portada de Simon Bisley
En general podemos decir que la cosa no va mal, sin ser la etapa más brillante de la veterana colección, sin duda es la mejor desde que Mike Carey dejara la serie en 2007. Existe, además, un extra digno de mención. A lo largo de toda la serie de Hellblazer han brillado en muchas ocasiones las historias cortas que se suceden entre arcos. Desde el mítico Abrázame (Hellblazer #27, 1990) de Neil Gaiman y Dave McKean, pasando por el loco cumpleaños en Cuarenta (Hellblazer #64, 1993) de Garth Ennis y Steve Dillon, o la borrachera nostálgica de Una última canción de amor (Hellblazer #142, 1999), de Warren Ellis y James Romberger, la serie nos deja de vez en cuando pequeños tesoros. En la etapa de Milligan esos momentos coinciden con los números dibujados por Bisley: La casita, Largo viernes de mierda, No hay futuro (con la colaboración especial del fantasma de Sid Vicius, ni más ni menos) o El hombre de Alta Frecuencia. Simon Bisley demuestra que, mientras él dibuje a John Constantine, da igual donde quiera meterle Milligan: va a mercer la pena.
Viñeta de Simon Bisley para el número 259 (Un viernes de mierda, parte 1)
El trabajo de Bisley también brilla en las portadas, que inciden en la imagen icónica del personaje. Merece la pena anotar que las portadas de Hellblazer siempre han sido espectaculares, no en vano entre los artistas que a lo largo de estos doscientos ochenta y ocho números nos han ido presentando las aventuras del detective de lo sobrenatural hay figuras como Dave McKean, Glenn Fabry, Tim Bradstreet o Lee Bermejo. Sus trabajos justifican de por sí la continuidad de la serie al menos durante otros veinticinco años. Sin embargo DC tiene otros planes para Constantine. Desde el reboot del universo DC, combina su serie regular en Vértigo con otra (sin relación ni continuidad) en la que trabaja junto a los mayores héroes de la Tierra, Justice: Dark. Este mismo mes tendremos en nuestras librerías favoritas el primer ejemplo en un comic-book en el que colabora con Batman para buscar a La Cosa del Pantano. Como en los viejos tiempos.
Por ahora, quedémonos con nuestro querido mago tal y como lo conocemos, durante muchos mas números. Nos encantará ver a John Constantine anciano, arrugado, barbudo, ejerciendo de Gandalf malhablado, aterrorizando a vivos, muertos, divinos, humanos y superhumanos, salvando el pellejo un mes más mientras nos revela con sorna el verdadero secreto de la magia.
Alan Moore cuenta que se encontró en la vida real con su personaje John Constantine. La revelación que este le hizo disparó su carrera en la magia. Viñetas de Eddie Campbell para Snakes & Ladders (2001)
Raúl A. Astruga
Mercader de historietas en La Parada de los Cómics y miembro de la Asociación Cultural El Planeta de los Cómics.