A mediados de enero, Planeta deAgostini publicó el segundo volumen de la última entrega de La Liga de los Hombres Extraordinarios, una nueva oportunidad para encontrarse con la mítica saga de Alan Moore y Kevin O’Neill. El mago de Northampton no se prodiga mucho en los cómics últimamente y la publicación de cualquier obra suya es todo un evento para sus muchos seguidores, y para los amantes del cómic en general. El mundo de La Liga de los Hombres Extraordinarios continúa explorando una amalgama de referencias que convierte cada nueva entrega en un rompecabezas, un puzzle a desentrañar, una metaconstrucción en la que sumergirse y que abre siempre nuevas puertas. En este caso nos alejamos de la literatura victoriana para entrar de lleno en la Era de Acuario. Mas información, a un click.
America’s Best Comics: Moore desatado
En 1999, Jim Lee, fundador y propietario de la editorial Wildstorm, propuso a Alan Moore (Northampton, 1953) hacerse cargo de un subsello llamado America’s Best Comics. El nombre de la editorial, que hace referencia a un mítico título de la Edad de Oro del comic-book (1938 – 1950), era toda una declaración de intenciones. El objetivo era permitir a Alan Moore tener libertad total para rescatar y reinterpretar personajes perdidos de aquella época clásica y por supuesto para crear nuevas colecciones.
De esta forma surgieron títulos como Promethea (viaje iniciático, grimorio mágico, manifiesto filosófico y en conjunto, maravillosa obra experimental con el arte de un J.H. Williams III en estado de gracia), Tom Strong (amena nostalgia pulp), Top Ten (enésima apuesta por los superhéroes desde un nuevo prisma, con irregulares resultados) o la serie que esta semana nos ocupa.
La Liga de los Hombres Extraordinarios se planteaba como un cómic centrado en un supergrupo, al más puro estilo de La Liga de la Justicia de DC o Los Vengadores de Marvel. La clave de su originalidad estribaba en su ambientación victoriana, y en sus protagonistas, un plantel de personajes míticos de la literatura fantástica y de terror de las décadas finales del siglo XIX.
El argumento inicial presenta a Campion Bond, abuelo del famoso agente 007 creado por Ian Fleming, reclutando por orden del MI5 (dirigido por el mismísimo Mycroft Holmes) un equipo de personajes excepcionales. Liderados Mina Murray (cuyo apellido de casada, Harker, será mas facilmente reconocible para los que conozcan bien la novela mas mundialmente famosa del escritor irlandés Bram Stoker, Drácula), el equipo reunido para salvaguardar el Imperio Británico frente a insospechadas amenazas lo compondrían el Capitán Nemo (junto con su submarino, el formidable Nautilus, y toda su tripulación), el mítico explorador Allan Quatermain (héroe de Las minas del rey Salomón y de otras diecisiete novelas escritas por sir Henry Rider Haggard), el introvertido y gentil doctor Henry Jeckyll (y su alter-ego, el brutal Mr. Hyde, creados por Robert Louis Stevenson) y el incorregible y taimado Hawley Griffin (el Hombre Invisible de H.G. Wells).
De izquierda a derecha: Allan Quatermain, Mina Murray, Henry Jeckyll / Mr. Hyde, el Capitán Nemo y Hawley Griffin
A lo largo de sus diversas aventuras, los miembros de la Liga, que tienen su base de operaciones en un anexo secreto del Museo Británico de Londres, se cruzarán con muchos otros personajes de la literatura gótica y fantástica de fin de siglo. Con el trasfondo de un mundo ucrónico, repleto de elementos steampunk y poblado por personajes de ficción, Alan Moore y el dibujante Kevin O’Neill (también británico y nacido en 1953) desatan su imaginación jugando con múltiples capas referenciales sin perder por ello frescura en sus tramas ni en la narración. Así, prácticamente cada viñeta contiene suficiente información, ya sea por el texto o por las distintas imágenes icónicas introducidas en los escenarios mediante el preciso y agradable dibujo de O’Neill, como para que los fanáticos de la metaficción puedan pasar horas (días, meses) reconstruyendo todos los elementos que, tras un proceso de respetuosa descomposición, se mezclan y recrean en el crisol de los guiones de Moore. Alquimia de la ficción, aventura en estado puro, amor profundo a los pioneros de literatura fantástica y de terror se manifiestan en una obra que bien podría ser lectura obligatoria en algún curso de secundaria, como puerta de acceso a un mundo de placer lector descubriendo esos mismos títulos míticos a los que La Liga homenajea.
Un personaje de Steveson, Mr. Hyde, avanza despreocupadamente contra los temibles trípodes marcianos de La Guerra de los Mundos (H.G. Wells) en el segundo volumen de The League of Extraordinary Gentlemen
Black Dossier, el libro perdido.
Tras los dos primeros volúmenes, que fueron publicados originalmente de forma seriada en formato comic-book por America’s Best Comics entre los años 2000 y 2003, Moore y O’Neill deciden profundizar en uno de los aspectos que destacaba en la concepción de esta obra: los breves relatos ilustrados que complementaban la saga, añadiendo información sobre el universo de La Liga, incluyendo nuevos homenajes, componiendo una suerte de collage de formatos y géneros y elevando al máximo las cotas de experimentalidad y metalenguaje. Con esta idea nace en el año 2006 Black Dossier: la trama se inicia en los años 50, con la caída del régimen del Gran Hermano orwelliano, y relata la búsqueda de un libro en el que se esconden los secretos de la propia Liga de los Hombres Extraordinarios, entretejidos a través del tiempo por diversas generaciones de héroes.
Portada del Black Dossier, que sigue inédito en España por problemas de copyright
El abandono de la Era Victoriana implicaba la entrada de nuevos personajes de la literatura y los cómics de los años 40 y 50, y a su vez iba a constituir una pesadilla de derechos de autor, al no tratarse, como en los casos anteriores, de obras de dominio público. La venta de Wildstorm a DC por parte de Jim Lee complicó aún más la situación, al tener Alan Moore un amargo historial de disputas con la legendaria editorial de Superman y Batman por los derechos sobre diversos títulos y personajes. Finalmente el Black Dossier vio la luz en una edición exclusiva para los Estados Unidos, estando prohibida por DC su publicación en otros países. De esta forma, este tomo compuesto por relatos ilustrados, fragmentos de ficticias revistas y mapas y otros elementos, (entre los que se incluye una picante “Biblia de Tijuana”), sigue siendo para los seguidores de La Liga fuera de EEUU en un artículo legendario, difícil de conseguir.
Top Shelf y la saga Century.
Las tensiones con DC se acentuaron con las adaptaciones cinematográficas que Warner Bros. (a la que DC está unida por su pertenencia a la corporación Time Warner) emprendió en la pasada década sobre cómics creados por Moore, empezando por la propia Liga de los Hombres Extraordinarios (dirigida por Stephen Norrington en 2003 y que fue un formidable fracaso, fallida en todos los aspectos a pesar de contar con el legendario Sean Connery en el papel de Allan Quatermain), y continuando con V de Vendetta (2005, dirigida por James McTeigue en una adaptación mucho más acertada pero aún así muy distante en su tono general del cómic dibujado por David Lloyd).
La versión cinematográfica de La Liga de los Hombres Extraordinarios no consigue captar ni de lejos la frescura del cómic. El peso recae en Quatermain, mientras Mina Murray queda relegada a un frío papel de vampiresa sexy. La incorporación de Dorian Gray y Tom Sawyer tampoco aporta nada mas que mayor confusión en una barroca superpoducción con un guión mediocre que resultó un tremendo fracaso de taquilla.
Alan Moore no tenía la totalidad de los derechos de autor de ninguno de sus trabajos con excepción de La Liga, de modo que decide abandonar America’s Best Comics para publicar con libertad sus siguientes trabajos con la editorial independiente Top Shelf. Bajo este nuevo sello y siempre acompañado por Kevin O’Neill, con quien comparte legalmente la autoría de la obra, pone de nuevo a trabajar a la ex novia de Drácula y a un rejuvenecido Allan Quatermain. Estos deberán embarcarse junto a un nuevo equipo en una aventura a través de un siglo tras la pista de un retorcido brujo, Oliver Haddo, personaje creado por John Fowles para su novela El Mago como parodia del legendario ocultista y escritor Aleister Crowley (1875 – 1947).
Entre los nuevos fichajes de Mina se encuentran Thomas Carnacki, detective de lo sobrenatural creado en 1910 por el británico William Hope Hodgson en una serie de relatos para la revista Idle Magazine; A.J. Raffles, ladrón de guante blanco creado en 1890 por E.W. Hornug (cuñado de Arthur Conan Doyle) y el inmortal Orlando, personaje de sexo variable creado por Virginia Woolf en 1928.
Oliver Haddo hace aparición en los sueños premonitorios del detective de lo sobrenatural Thomas Carnacky al comienzo de The League of Extraordinary Gentlemen: Century 1910
Con esta nueva configuración, en 2009 aparece el primer volumen de The League of Extraordinary Gentlemen: Century, con el subtítulo 1910. Su continuación, ambientada en 1969, fue publicada por Top Shelf en enero de 2011. Un año después Planeta deAgostini nos trae la edición española que nos ha servido de excusa para este repaso.
Century: 1969
Se trata, sin duda, del más complejo de los volúmenes de La Liga hasta el momento (en espera de Century: 2009, que ha de cerrar la saga). Mientras en los dos primeros el juego de referencias nos lleva principalmente a través de Stevenson, Conan Doyle, Stoker, Verne o Wells, autores anglosajones cuya obra está ya plenamente arraigada en nuestro acervo cultural, en 1969 entramos de lleno en el underground británico de finales de los sesenta.
Entre los personajes homenajeados encontramos al asesino Jack Carter, creado por el novelista Ted Lewis en 1970 e inmortalizado en el cine por Michael Caine en Get Carter (1971, Mike Hodges); o figuras reales de la música rock, como el alma mater de los Rolling Stones, Brian Jones, fallecido en 1969.
Brian Jones, miembro fundador de The Rolling Stones, falleció en 1969 en la piscina de su mansión en Sussex. Aunque la causa mas probable de la muerte de Jones fue su severo problema de adicción a las drogas y el alcohol, existen no pocas teorías sobre conspiraciones en torno a su figura. En la versión de Moore y O'Neill, Basil Fotherington-Thomas sufre un "mal viaje" mucho mas siniestro
La trama se desarrolla precisamente en torno a la muerte de Jones (renombrado para la ocasión como Basil Fotherington-Thomas), y las implicaciones de los sectarios seguidores Oliver Haddo (Aleister Crowley) en el crimen, cuyo fin último es ni más ni menos que transferir el espíritu de Haddo/Crowley a un nuevo cuerpo, el de Terner, cantante de Purple Orchestra, semblanza de Mick Jagger.
Tanto en los personajes como en la particular versión del Londres lisérgico de finales de los sesenta muestra un tono decadente, plagado de vacíos para el lector que no haya podido acceder al Black Dossier o que no haya profundizado en los trasfondos manejados por Moore. Para complicar aún más las cosas, reaparece un personaje que ya destacó en el volumen Century: 1910 y que parece que tendrá un papel aún más trascendente en Century: 2009. Se trata de Andrew Norton, personaje creado en 1997 por Iain Sinclair para la novela Slow Chocolate Autopsy. Conocido como “El Prisionero de Londres”, Norton se encuentra atrapado dentro de los límites geográficos de la capital británica, pero se mueve libre entre distintos momentos temporales. En los dos tomos publicados Century, Norton se aparece a los protagonistas siempre en King’s Cross, histórico emplazamiento en el centro de Londres, para lanzar crípticas advertencias y predicciones basadas en sucesos reales de la historia de la ciudad.
Como ya sucedía en Century:1910, el Prisionero de Londres se desplaza por diversos momentos de la historia de King's Cross, emblemático emplazamiento londinense, ofreciendo confusas pistas a Mina y sus compañeros
Alan Moore despliega en Century: 1969 todas las claves de un imaginario que ya es recurrente en muchas de sus obras, especialmente a partir de 1995: la figura del ocultista Aleister Crowley (From Hell, Promethea), la relativización del tiempo, entendido como un continuum (Watchmen, From Hell, Promethea, La Voz del Fuego), y un desenfado sexual no carente de cierta mística.
Una constante sigue siendo el excelente trabajo de Kevin O’Neill, versátil y elegante a pesar de su aspecto desenfadado, en plena sinergia con el colorista habitual, Ben Dimagmaliw. Como es habitual, el cómic se complementa con un relato, Los Acólitos de la Luna, que arrancó en el tomo Century: 1910 y continúa en 1969 revelándonos las aventuras que protagonizó Mina en 1964 junto a una versión superheroica de la Liga, completando un vacío que sin embargo no llega a cerrarse del todo. De hecho, para emprender este apasionante viaje no está de más consultar el trabajo de Jess Nevins, anotando prácticamente viñeta a viñeta los anteriores volúmenes de esta obra, llenando de significado a personajes, ubicaciones y símbolos. Puede ser consultado en éste enlace.
Mina Murray, a pronto de sumergirse en un trance psicodélico en un multitudinario concierto en Hyde Park similar al que los Rolling Stones ofrecieron en 1969 para homenajear al desaparecido Brian Jones
Sin desmerecer la calidad general del trabajo, Century: 1969 es un tomo accesible sólo para aquellos que hayan aceptado el desafío inmersivo que resulta ser La Liga de los Hombres Extraordinarios, y que ya estén familiarizados con su metatrama y su complejo Universo. Es en esa decisión de inmersión donde radica la diferencia entre los que entienden la saga Century como la última extravagancia de un guionista de cómics convertido en gurú, y los que la aprecian como una muestra más de un genio irrepetible.
Raúl A. Astruga
Mercader de historietas en La Parada de los Cómics y miembro de la Asociación Cultural El Planeta de los Cómics.
- Facebook - Más publicaciones