Hoy quería hablaros sobre un tema del que no estoy ni totalmente a favor ni totalmente en contra, las lecturas obligatorias para clase.
En mi caso, desde pequeña nos han hecho leer algún que otro libro para el colegio y ahora para el instituto, y lo han hecho de dos modos muy diferentes:
En el colegio, la profesora de lengua nos decía que lleváramos cada uno de nosotros un libro y teníamos como una especie de biblioteca. Cogíamos los libros de nuestros compañeros, los leíamos y escribíamos una breve opinión sobre ellos (un posible desencadenante de que esté hoy aquí, hablando con vosotros desde este blog). A veces incluso podíamos presentarlo en clase o venían algunos escritores a dar charlas. Desde mi punto de vista esta era una buena forma para motivarnos a leer porque, sí tenías que leer tres libros al año como mínimo pero no te imponían qué tres libros debían ser.
En el instituto, sin embargo sí me han dicho siempre qué libro tengo que leer. Esta obligación la he notado, sobre todo, estos dos años de bachillerato, en los que nos mandan clásicos como El Quijote o La busca. Ha sido aquí cuando he empezado a odiar de verdad las lecturas obligatorias por varias razones:
- Creo que algunas de esas historias me pueden llegar a gustar pero, en el caso de El Quijote, no estaba preparada para meterme con semejante libro y no lo disfruté lo más mínimo así que, con esa lectura, lo único que consiguieron fue que se me quitaran las ganas de leer clásicos durante ese año.
Entiendo que nos manden esos libros, que tienen calidad literaria, que son las grandes obras de nuestra literatura y que es el único modo de asegurarse de que la gente que no lee, conozca esas historias. Hasta ahí bien. Pero es que a mí me gusta leer y estoy segura de que tarde o temprano me llegaría el interés por querer leer esas historias y muchas otras. Y que las disfrutaría mucho más.
De hecho, cuando leí Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, le cogí un gusto tremendo a los clásicos, libros como los miserables o Nuestra señora de París, me llaman muchísimo la atención y tengo muchas ganas de leerlos. O tenía. Porque ahora mismo no me apetece leer ningún clásico por la simple razón de que me recuerdan al instituto. Y yo no quiero que una lectura me recuerde a los exámenes, clases y estudiar.
No sé cuál es vuestra opinión en todo este asunto así que me gustaría conocerla :)