- Tan poca vida, de Hanya Yanagihara. De lejos, la novela que más me ha emocionado en los últimos meses, y la que más reflexiones me ha suscitado acerca de la naturaleza del amor, del carácter único de cada relación, de la capacidad para amar de manera incondicional aun con los defectos del otro. Es una novela intensa y llena de dolor, pero, precisamente por su intensidad, los momentos buenos son todavía más purificadores.
- Dos amigas, de Elena Ferrante. Esta saga es mucho a la vez: una historia con perspectiva de género, un retrato de la posguerra en Italia, una amistad... y un gran amor. O, mejor dicho, unos cuantos amores, unos más importantes que otros, que en conjunto conforman la educación sentimental de las protagonistas. Del fervor inicial al desaliento, sin olvidar las meditaciones sobre aquello en que nos convertimos cuando amamos y la necesidad de ser independientes. En particular, en las novelas Las deudas del cuerpo y La niña perdida.
- Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie. De nuevo, una gran novela con muchos frentes abiertos (racismo, inmigración, precariedad...); tantos y tan interesantes, que quizá el amor como tal sea el menos importante, pero ahí está. Dos adolescentes nigerianos toman caminos distintos: ella se marcha a Estados Unidos y él a Inglaterra. Sus suertes también serán distintas, aunque ambos se enamorarán de otra persona. Años después, el reencuentro.
- La balada del café triste, de Carson McCullers. Triángulo entre personajes un tanto huraños e inadaptados: la mujer que regenta el local, fortachona y taciturna; un enano jorobado, que llega como el forastero que lo revuelve todo; y el ex marido de la mujer, recién salido de la cárcel. La autora trabaja con maestría aquello de enamorarse de la persona equivocada. El resultado es triste, tristísimo, pero a pesar de todo se vislumbra ternura entre sus páginas.
- Hace cuarenta años, de Maria van Rysselberghe. Un texto breve pero intenso, bellísimo, que nos sumerge en un amor arrebatado, en una experiencia fugaz que sin embargo perdura toda la vida gracias a la memoria. La que nos habla es ella, Maria, que recuerda su historia (imposible) que tuvo lugar tiempo atrás, a finales del siglo XIX, en una playa del mar del Norte... Precioso.
- La pasión, de Jeanette Winterson. En principio hay un soldado de Napoleón y una joven veneciana con pies palmeados. Pero luego también habrá una Reina de Corazones... El amor, esa fuerza transformadora, siempre está presente en la obra de la autora, como también lo están sus juegos con el género, sus deconstrucciones históricas y sus motivos maravillosos. También son altamente recomendables Escrito en el cuerpo y La niña del faro, entre otros.
- Este es un libro sobre amor, de Paula Gicovate. La propuesta más fresca: como su título indica, no narra una historia de amor al uso, sino que medita, con un estilo muy poético y creativo, sobre las relaciones que han marcado a la narradora y el aprendizaje que le han dejado. Muy interesante para descubrir la experiencia amorosa contada desde el punto de vista de una joven escritora.
- ¡Melisande! ¿Qué son los sueños?, de Hillel Halkin. Un hombre ya maduro escribe a su gran amor, con quien ha dejado de compartir su vida. ¿Por qué? A eso llegaremos, aunque antes reconstruirá toda su historia juntos, que arranca en la Nueva York intelectual de los sesenta. Tal vez no sea una obra maestra, pero esta novela tiene mucha verdad, es decir, tiene aquello que te atrapa, que se te mete dentro, te convence, te hace creer. Una honestidad abrumadora.
- La muerte de la bien amada, de Marc Bernard. Esta es la obra que escribió el autor después de la muerte de su esposa. Pero no nos pongamos tristes: en todo libro de duelo hay también una gran historia de amor y, cuando está contada con esta elegancia, el resultado es extraordinario. Extraordinario en su aparente sencillez, extraordinario en la hondura de sus reflexiones, extraordinario en la hermosura de su voz, extraordinario en los sentimientos que evoca y provoca.
- Romance en París, de Franz Hessel. En el París bohemio de principios del siglo XX, comienza una historia de amor entre un intelectual y una joven recién llegada a la ciudad. No obstante, el narrador no recordará este romance hasta tiempo después, terminada la Primera Guerra Mundial, por lo que en estas páginas se habla de guerra y se respira nostalgia, que no hace sino robustecer y embellecer esta magnífica novela. También recomiendo Berlín secreto, del mismo autor.