- Escrito en el cuerpo, de Jeanette Winterson (Lumen). Narrador sin género específico, que mantiene relaciones tanto con hombres como con (sobre todo) mujeres. Erotismo, amor, poesía, abismo; literatura de alto voltaje. Una de las novelas más logradas de la autora, de quien también recomiendo Fruta prohibida, La pasión o La niña del faro.
- Amor libre, de Ali Smith (Gatopardo). En este libro de relatos se plasma la diversidad de la generación que fue joven en el último cuarto del siglo XX, como en un cuento sobre la primera vez de una chica con una prostituta. La autora ha escrito obras más ambiciosas, como la no traducida al castellano (pero sí al catalán) How to be both.
- Un mal secreto, de Ann-Marie MacDonald (Lumen). Novela con la maternidad como centro, protagonizada por una pareja de lesbianas. Contrapone a esta generación con la anterior, y es una de las pocas historias que he leído que aborda abiertamente las afecciones del sistema reproductor femenino. Una escritora por descubrir.
- La casa de los nombres, de Colm Tóibín (Lumen). Este gran escritor irlandés suele introducir personajes homosexuales en la mayoría de sus novelas. En esta, se trata de una reconstrucción del mito de Orestes, en el que la relación entre los jóvenes marca su despertar sexual. También es muy recomendable The Master, sobre Henry James.
- Los huéspedes de pago, de Sarah Waters (Anagrama). La autora es una especialista en narrar historias ambientadas en el siglo XIX o en la primera mitad del siglo XX dando protagonismo a quienes tuvieron que llevar sus pasiones en silencio, como las mujeres que protagonizan esta novela (en la que además hay mucha, mucha intriga).
- Tan poca vida, de Hanya Yanagihara (Lumen). Una obra de arte sobre las formas de amar del hombre, y el silencio, la amistad, la violencia, la paternidad. Dos protagonistas inolvidables, que desbordan la narración. Excesiva en su dolor, y sin embargo única. La amas o la odias, pero (y perdón por el tópico) «no deja indiferente».
- Ciudad en llamas, de Garth Risk Hallberg (Literatura Random House). Novela épica sobre la Nueva York del punk y los fuegos artificiales, protagonizada por una pareja conformada por un heredero descarriado y un joven negro con aspiraciones literarias. Un fresco de una época, con el foco puesto en lo underground y, en fin, lo diverso.
- La reina de las nieves, de Michael Cunningham (Lumen). En los libros de este autor aparecen personajes homosexuales, sin que sean el «conflicto». Están ahí, asumidos con naturalidad, como el protagonista de esta versión del cuento de Andersen en el siglo XXI, que, en medio de una Nueva York nevada, intenta superar una ruptura.
- Inercia, de Ariadna G. García (Baile del Sol). Una voz comprometida, no solo con la visibilidad LGTBI, sino con la justicia social, la educación, la ecología y todo tipo de desigualdades que se plantean, de forma directa o indirecta, en esta distopía literaria. A propósito, acaba de publicar otra novela, El año cero (Ménades).
- Tres maneras de inducir un coma, de Alba Carballal (Seix Barral). La propuesta más divertida, porque es necesario reírse de uno mismo, aunque vivamos en una sociedad donde aún anidan demasiados prejuicios. Uno de los personajes es una transexual de armas tomar que enreda al antihéroe, con mucho humor y mucha mala leche.
Revista Libros
Este mes se celebra el Día Internacional del Orgullo LGTBI y, como algunos me lo habéis pedido, he preparado una lista de lecturas sobre amores diversos. Hasta ahora me mantenía reacia a confeccionar este especial, no por desinterés, sino por temor a encasillar a los autores seleccionados. Los recomiendo, ante todo, porque me parecen libros de calidad, con múltiples capas; no quiero por nada del mundo reducirlos a «literatura gay» ni ninguna otra etiqueta similar. Son obras con un valor literario indudable que, además (siempre además), están protagonizadas por personajes con diferentes identidades sexuales. He elegido diez títulos de escritores contemporáneos, por su proximidad con el presente. Podrían haber sido más, podrían haber sido otros; pero os aseguro que los que son merecen mucho la pena.