Realmente, no es necesario ir con la vista fija en un libro.
Hasta el lector más empedernido debe cerrar de vez en cuando sus libros y salir a la calle, aunque sea sólo para ir al supermercado. También los bibliómanos hemos de comer. Sin embargo, un paseo por la ciudad no es necesariamente una excursión lejos de la literatura. Si uno lleva los ojos bien abiertos -y los lectores somos por definición buenos observadores, acostumbrados como estamos a descubrir las sutilezas encerradas en un texto-, se da cuenta de que la ciudad está llena de palabras. Las paredes hablan. Las hay zafias, groseras o mal escritas (¡esas faltas de ortografía que claman desde los muros por un corrector!), pero también hay pintadas -grafiti, en lenguaje cool- llenas de ingenio. Incluso las hay extremadamente literarias. Por si sus lecturas les retienen más de la cuenta en casa, ahí van algunas muestras de la literatura que se puede encontrar allá fuera.
-Un clásico: los versos de los grandes poetas desbordan el papel para instalarse en los muros.
Pablo Neruda
-Hay frases de escritores que se han convertido en armas políticas.
(Flickr: inju)
(Flickr: risager)
-En ocasiones, es simplemente la belleza o la sabiduría que destilan esos fragmentos literarios lo que los hace indelebles.
eskimeyenkitaplar.com
-O bien se trata de autores desconocidos o anónimos, pero eso no anula el encanto de sus palabras.
-Las referencias literarias tampoco faltan.
-Aunque a veces, más allá de las palabras, encontramos la figura del propio escritor. ¿Lo reconocen?
(Foto Tatevik Vardanyan)
Salgan, salgan de casa. La literatura les espera por todas partes.