Laura Gallego nunca defrauda, su imaginación y su buena escritura hacen que leer sus libros sea un auténtico placer, a pesar de todo, este no es una de sus mejores novelas.
Las hijas de Tara es una novela atípica. En primer lugar porque mezcla fantasía y ciencia ficción, esa es la característica más llamativa, el encontrar magia y tribus guerreras junto con robots e inteligencias artificiales. El mundo en el que se desarrolla esta dividido en dos partes, las dumas, que son como ciudades-estado hipertecnológicas que están rodeadas por un desierto radiactivo, los páramos. Por otro lado tenemos a Mannawinard, una gran selva. Se nos cuenta que hubo una gran guerra entre Tara, que es algo así como gaia, y las dumas. Tara hizo crecer aceledarademente a la selva que acabó devorando la mayoría de las ciudades. En esta selva además de humanos nos encontramos con multitud de animales increíbles, la mayoría de ellos mortíferos, que hacen que adentrarse en ella sea algo como para pensárselo dos veces.
Esta historia comienza con Kim, una mercenaria al más puro estilo ciberpunk, que se prepara para asaltar los almacenes de una megacorporación. Las cosas no salen como ella esperaba y tiene que salir huyendo, aunque ha conseguido su objetivo, robar un robot. Huyen a los páramos, donde se encuentran con la otra gran protagonista, Keyko una sacerdotisa guerrera y dotada para la magia. Los tres, el robot, al que llaman Adam, Keyko y Kim se acompañan en el camino, a pesar de que Keyko y Kim no se llevan precisamente bien.
En los páramos, tienen un encuentro con unos mutantes que exponen a Kim a una substancia radiactiva. Esta acude a una de las dumas en busca de curación, pero le aseguran que la medicina no puede hacer nada por ella. Con esa puerta cerrada no le queda más esperanzas que recurrir a la magia, se reúne de nuevo con keyko y juntas retornan el camino por los páramos. Llegan a una nueva duma y descubren que la selva ha avanzado de nuevo. A partir de aquí aparecen dos nuevos personajes, Semira y Chris, y una nueva misión, que los lleva a internarse en Mannawinard, aunque cada uno lo hará por sus propias motivaciones.
En general me ha gustado el libro, sin llegar a ser nada del otro mundo. Me ha gustado la historia de la lucha entre la tecnología y la naturaleza, y la filosofía de Tara. Me ha decepcionado ligeramente la historia de Keyko, personaje que pierde completamente protagonismo a mitad de la historia. Es una pena porque me encantaba su relación con Kim. Por otra parte está la evolución de Kim, del completo escepticismo va hasta la fe absoluta, y esa evolución está muy bien narrada, aunque un poco acelerada hacia el final.
En general me ha gustado. Una novela juvenil sencilla y ligera, muy fácil de leer, con personajes con los que es fácil identificarse y con una historia muy bonita. En cualquier caso, si quieres leer un buen libro juvenil yo me iría a las grandes obras de Laura Gallego, que superan con mucho a esta novela.
Silvestre Santé