“Algunos se han molestado por lo que interpretan un abuso por su parte, dado que los padres de doña Leire nada tienen que ver con el Ministerio de Sanidad, pero a mí, sinceramente, su posible arbitrariedad, me ha emocionado. La unión familiar me puede. De haberse llevado a un novio, o a su compañero sentimental, o a su pareja de hecho, no le faltaría a la señora ministra la aspereza de mi crítica negativa. Pero a los que se ha llevado es a los padres, y que la ministra de un Gobierno tan escasamente respetuoso con la unidad familiar lleve a cabo tan paternal imprudencia me abre las puertas de la emoción”
No tengo los conocimientos legales para determinar si la compañía de sus progenitores en lazareto, violenta alguna de las normas para vacaciones en funcionarios del Ministerio de Sanidad, pero en todo caso, no está bien utilizar arbitrariamente una residencia de acceso restringido por las prerrogativas que le ofrece su puesto político. Dª Leire tiene el escaso mérito de haber vivido de la política desde su más temprana edad, edad laboral, quiero decir, y no conocérsele otro trabajo que el defender y guiar a sus votantes, tan necesitados de su mente preclara. Lo malo de este caso, es que la madre es una tránsfuga política, que llenó páginas de prensa por su moción contra el primer edil de Benidorm, y su padre, que es asesor de la subdelegación del gobierno en Alicante, ejemplo de unidad familiar en lo universal, que se hubiese dicho hace años, o en lo político, que es otro modo de vida, o de profesión.
El bikini de la Pajín no era de buen gusto, más por la percha que por el género, todo hay que decirlo, pero tampoco se espera mucho de quien firmó la imposibilidad de ejercer su profesión después de jubilarse, a médicos, abogados o arquitectos, desde su dilatada experiencia como socióloga y que fue prontamente retirada; lo mismo que su discurso sobre los cónyugues, escrupulosamente leído en público ante el silencio cómplice de sus oyentes, que también participaron de las miembras de Aído. En fin, tener como ministra de sanidad a esta señora nos ha parecido desde siempre un despropósito crepuscular del zapaterismo y todo lo que se puede desear a estas alturas, es que no resulta excesivamente nocivo. Con o sin vacaciones.