Vista de Leisureland
Ya he mencionado en otras ocasiones la estupenda revista caimán cuadernos de cine, en su último número, el 66 de diciembre de 2017, se publica una entrevista que le hicieron Carlos F. Heredero y Juanma Ruiz al director Alexander Payne con motivo del próximo estreno de su película Una vida a lo grande, que tiene un argumento muy sugerente: para aliviar los problemas de superpoblación en nuestro planeta, se reduce de tamaño a los seres humanos que lo deseen, con la idea de llegar a reducir a toda la humanidad, los voluntarios residen en una nueva ciudad, llamada Leisureland, la tierra del ocio, donde residen con un alto nivel de vida, como si fueran millonarios, pero no todo puede ser tan perfecto... Heredero y Ruiz le preguntan a Payne: "Resulta también muy expresiva la dirección de arte, que parece querer hacer explícito ese aspecto de maqueta que tiene el mundo encerrado en Leisureland ¿Se lo plantearon así por alguna razón?" y el cineasta responde: "El director artístico y yo contratamos a arquitectos y planificadores urbanos para que nos ayudasen a diseñar Leisureland. Jim [Taylor, coguionista de la película] y yo la habíamos imaginado como una combinación de Orlando, Las Vegas, Palm Springs y Disneylandia. Pero no quería que para nada la sensación que se da en El show de Truman o en Eduardo Manostijeras. No quería esa impresión de planos perfectamente encuadrados de una distopía minuciosamente planificada. De hecho, me desagrada bastante el término distopía y no lo usamos en ninguna de las conversaciones sobre la película, tanto en términos prácticos como intelectuales". Es curiosa la referencia a que la ciudad aparentemente idílica es una mezcla entre Orlando, Las Vegas, Palm Springs y Disneylandia, así como el poco interés de Payne por dos películas que siempre han sido una referencia casi inevitable al hablar sobre las relaciones entre cine, arquitectura y ciudad.