La sequedad del desierto. Su inmensa soledad, pero también la potencia para estrechar lazos. No es de extrañar si se piensa que curiosamente donde más silencio existe es donde más fácil es lanzarse a escuchar. En el desierto del Gobi de la última película de David Oelhoffen, el terreno rocoso da cabida a la historia de un profesor argelino de orígenes franceses que tiene que llevar ante la justicia a Mohamed acusado de asesinar a su primo. La acción trascurre entre la calma de una mínima comunidad (una escuela en medio de la montaña) y las primeras turbulencias de la guerra de la independencia de hace medio siglo atrás.
Viggo Mortensen que siempre será recordado por encarnar a Aragorn es un habitual de películas pequeñas pero con una fuerza extraordinaria como esta que se cuenta en Lejos de los hombres. Le toca ahora ponerse en la piel de un hombre de letras, profesor de escuela, hombre taciturno pero sensible con un gran sentido del honor. A todas claras, un papel difícil que encarna con la más absoluta sencillez. Le acompaña, escoltado por él, un argelino (Reda Kateb) atado a las tradiciones de su pueblo.
La película, que como las montañas del desierto no parecen inmutarse ante nada, es implacable y abierta a la esperanza. Como un río que ante un obstáculo abre camino. Recuerda mucho a los westerns y puede que siga el mismo esquema: una tierra que se la discuten varios dueños (estamos en pleno proceso descolonizador), un hombre que tiene que escoltar a un preso al siguiente pueblo y la tranquilidad que ofrece el camino para la reflexión. Y un apunte muy actual y muy bien llevado: el diálogo intercultural e interreligioso entre un cristiano argelino de raíces europeas y un musulmán africano. Sin olvidarse que ambos son igualmente argelinos habitantes de un mismo hogar de múltiples caras.
En cines desde el 2-X-15
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure