¿Por qué la lencería fascina a las mujeres y excita a los hombres? ¿Cuál es su papel dentro de la seducción, la sensualidad y la sexualidad? Culottes, corsés, corpiños, tangas y ligueros: hay todo un abanico de prendas íntimas para lucir y disfrutar en pareja.Pese a que los hombres solo representan el 3,9 por ciento de las compras anuales de lencería, son los más fervientes admiradores de estas minúsculas piezas de tela diseñadas para seducir. "La lencería es uno de los grandes fantasmas masculinos", explica Alain Héril, psicoterapeuta y autor del Diccionario de los fantasmas eróticos.
Según Héril, el fantasma está ligado a una voluntad de poseer algo, sin querer realmente obtenerlo: es una contradicción. La lencería les atrae irremediablemente, y forma parte de los juegos eróticos. Sin embargo, en algunos casos patológicos, la lencería está tan fuertemente erotizada que puede sustituir, en la mirada masculina, a la mujer que la lleva, sin importar si es una mujer real o un maniquí de plástico: provocará el mismo deseo, afirma Héril.
En el caso de la mujer, vestirse con lencería fina revela una dimensión autoerótica: al ponérsela se siente poderosa y deseable. No hay más que fijarse en la publicidad de lencería, en la que siempre aparece la mujer y no el hombre que la mira, porque en realidad la lencería se compra para una misma, y la mujer se mira y se admira a sí misma.
Héril considera que con esto queda demostrado que las proyecciones sobre la lencería son sexuales en el caso del hombre, y sensuales en el de la mujer. Sedas, encajes, tules, transparencias, pailletes… ya sea bajo un look sport con vaqueros y camiseta o bajo un arrebatador vestido de noche, la lencería es un arma de seducción que no falla.
El psicoterapeuta subraya que el color elegido tiene mucha importancia: el blanco, puro, cándido y virginal, es el preferido de las mujeres, pero el que menos gusta a los hombres, que por lo general prefieren el rojo, el color de la pasión, o el negro de la seductora fatal y misteriosa.
Asimismo, asegura que el amarillo es el color del dinamismo y es capaz de volver audaz a la mujer más tímida, y que el naranja es el color de la libido. El rosa, picante y sexy, es otro de los clásicos que nunca falla.
Como dato curioso, aconseja evitar el violeta, que pese a ser seductor es el color de la espiritualidad, y se dirige más al amor meditativo y platónico que a las relaciones carnales. ¿Estás de acuerdo?
Fuente: http://es.tendencias.yahoo.com/ http://www.poesiagt.com