Revista Cultura y Ocio
Ayer publicó Álex Grijelmo en El País un artículo —«Un lenguaje que lo contaminó todo»— sobre la manera de expresarse en comunicados y declaraciones de la banda terrorista ETA, cuya obsesión «plasmada en su léxico consistía en verse como un ejército que defendía un hipotético Estado vasco y que hacía la guerra de igual a igual contra el Estado español y sus fuerzas armadas». Glosa el periodista palabras y sintagmas como grupo armado, prisioneros, conflicto vasco, activista o ejecuciones. Sin duda alguna, esa nomenclatura bien pensada para contaminarlo todo fue así; pero Grijelmo no se ha referido a cómo ha sido la respuesta del Estado español a ese lenguaje. Y solo voy a poner un ejemplo, con una palabra: derrota. En declaraciones de políticos, en editoriales o en artículos de opinantes se repite lo de la derrota de ETA. Ayer mismo, páginas atrás del artículo referido, publicaba Eduardo Madina otro, convencido y convincente, aunque no por su estilo —«A las personas dignas en aquella noche»—, en el que hablaba de «victoria» y escribía «derrota» tres veces. Dan por hecho que esto ha sido una guerra, un combate, o un conflicto, como siempre repitieron los terroristas. Y no. Cuando a un violador, a un secuestrador, a un extorsionador o a un asesino se les detiene nadie dice que han sido derrotados por la policía. ¿Entonces? Tendrá razón Álex Grijelmo: un lenguaje que lo ha contaminado todo.