Revista Coaching

Lenguaje corporal. Comunicación no verbal

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Lenguaje corporal. Comunicación no verbalpor Abraham Alonso

El cuerpo, según los expertos en comunicación no verbal, habla un lenguaje más sincero que los labios. Psicólogos, sociólogos y antropólogos coinciden: es inútil ocultar nuestras intenciones.

Con las miradas, posturas y gestos decimos más de nosotros mismos que con un discurso.

Una confianza ciega en lo no verbal puede llevarnos a interpretar incorrectamente las intenciones o sentimientos de una persona. Precisamente, uno de los principales errores cuando se estudia la expresividad de los demás es analizar sus gestos de forma aislada, independientemente unos de otros y de las circunstancias que rodean a quien observamos. Rascarse la cabeza, por ejemplo, puede denotar tanto inseguridad como una mentira oculta, pero puede significar, sencillamente, que se siente picor.

¿Hasta qué punto podemos pues fiarnos de los consejos dados para interpretar una inclinación de cabeza o la postura de las piernas y los brazos? Lo cierto es que aunque el lenguaje corporal es esgrimido por los medios como la clave para entender los sentimientos y cada vez proliferan más títulos editoriales que prometen a los vendedores conocer los gustos de sus clientes o a los maestros lo que los alumnos esperan de ellos exclusivamente a través de la comunicación no verbal, algunos investigadores creen que estudiar las posturas al margen del habla es una pérdida de tiempo. Eso es lo que afirma al menos un equipo de profesores de las universidades de Colorado y de Brigham Young. Según estos expertos estadounidenses, el lenguaje corporal es una parte más de la comunicación interpersonal que no debe entenderse aisladamente del oral. Para demostrarlo proponen este ejemplo: si una persona quiere mostrar sus intenciones de abandonar un lugar, puede desplazarse ligeramente, como intentando alejar su cuerpo de la conversación. Pero esta salida no es efectiva hasta que se comunica verbalmente una expresión del tipo “será mejor que me vaya”. Además, tocarse es, para estos investigadores, una forma de comunicación gestual que en la mayoría de las situaciones requiere del lenguaje hablado para ser clarificado. “Es imposible saber qué puede significar a ciencia cierta ser tocado si el acto no se acompaña de un contenido verbal”, añaden. De una forma u otra, lo cierto es que en cualquier situación comunicativa, la comunicación no verbal es inevitable.

Las tesis de los científicos de colorado y Brigham Young no han impedido que se hayan popularizado estudios sobre cinesis, esto es, el significado de los movimientos corporales, sobre pupilometría, que se centra en los cambios que experimenta la pupila ante determinados estímulos, o sobre fisiognomía, que analiza el rostro en busca de claves que expliquen nuestra forma de comportarnos. En todos ellos, sin embrago, se matiza que el contexto es fundamental para entender una situación correctamente. De hecho, los expertos señalan que los tres tipos de movimientos corporales que pueden estudiarse, los faciales, los gesticulares y los de postura, están fuertemente entrelazados. No basta pues con conocer el entorno cultural. Los gestos han de interpretarse en su conjunto y no aisladamente. Así, por ejemplo, las personas que usan ropa que les es muy estrecha no pueden realizar cómodamente algunos movimientos, por lo que hay que tener en cuenta esa restricción física a la hora de interpretar su conducta.

La postura que adopta una persona es, sin embargo, especialmente reveladora y su significado muy fácil de percibir. Así lo creen algunos psicólogos y expertos en cinesis, como el doctor Albert Scheflen, que descubrió en sus investigaciones que los individuos frecuentemente imitan las actitudes corporales de los demás. Este científico denominó posturas congruentes a las que presentan, por ejemplo, dos conocidos cuando mantienen una conversación en la que revelan puntos de vista parecidos. Según Scheflen, al compartir opiniones y gustos, se comparten también las posturas, por lo que, por ejemplo, para estimular las reacciones positivas de sus pacientes, algunos terapeutas adoptan las mismas.

Por el contrario, las posturas incongruentes denotan un distanciamiento psicológico. Cuando dos personas deben sentarse a la fuerza una junto a la otra, a menudo se sitúan inconscientemente de una forma tal que construyen una barrera impenetrable entre ellas con sus brazos y piernas.

A la hora de detectar esta sinfonía de movimientos, las mujeres son más perceptivas que los hombres. Para Allan Pease, uno de los mayores expertos en comunicación humana, en eso consiste, precisamente, la intuición femenina. No es más que una especial habilidad para percibir y descifrar pequeños detalles. Pero no hay que desesperar. Todo el mundo puede entrenarse fácilmente en el análisis de los gestos de los demás. Basta con apagar la televisión y prestar atención a las posturas y movimientos de los personajes que aparecen en pantalla.

El lenguaje del cuerpo no es, sin embargo, un medio mágico para colarse en la mente de los demás. La investigadora Flora Davis así lo advertía en su Comunicación no verbal: “La comunicación humana es extremadamente compleja. A menudo solemos ver sólo lo que queremos ver y tendemos a prestar atención únicamente a lo que consideramos conveniente saber”.

Fuente: Abraham Alonso, en la revista Muy Interesante

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