Ya en otras ocasiones hemos dedicado espacio en este modesto blog a ese lenguaje superchuli y megaguay que utilizan algunos para darle lustre y realce a su discurso. Sobre todo cuando ese discurso es un poquito simplón.
Quizá algunos de ustedes recuerden aquellos casos de lenguaje memotécnico que tanto deleite proporciona al oyente atento; o ese lenguaje ténico cuya utilización queda sólo al alcance de los más expertos y sofisticados hablantes.
Lo mejor del asunto es que estas palabras y expresiones tan pintureras y campanudas no dejan de aparecer y prosperar como florecillas regadas con el agua de la modernidad y la innovación. Y, para remate del tomate, estas florecillas reciben cada vez con más frecuencia el abono de la lengua anglosajona, lo que, sin duda alguna, fortalece su carácter rutilante y mentecato.
Como ejemplo de lo que estamos diciendo, valga el caso de las personas que, al ser amantes de estas expresiones técnicas y novedosas, no van al médico, sino al "proveedor de atención médica"; o el de aquellos que intentan venderte un "centro de fregado", mientras te ofrecen un simple cubo y una fregona.
Otros, amigos del extranjerismo, dicen que hay que cuidar "lo que es el fittingde los vestidos", o sea, que hay que procurar que el vestido que te vayas a poner sea el adecuado. Qué gran idea.
Y otros, dedicados al mundo empresarial, nos dicen que tienen intención de "convertir Barcelona en un hub", que por suerte significa "eje" o "centro". Menos mal. Por otro lado, nos dicen también que las empresas "están poniendo el target en los jóvenes". Esto puede ser más preocupante, ya que, entre otras cosas, el target puede ser el blanco o la diana. Pero cabe pensar que se refieren a que el público al que se dirigen las empresas son los jóvenes. Es lo malo del lenguaje tecnoflash, que nos deja a muchos atribulados y cariacontecidos.
Pero claro, cuando un organismo oficial dedicado a la gestión de la enseñanza, a velar por la formación académica de la muchachada, dice que a partir de ahora no se hablará de "alumnos suspensos" sino "en proceso de logro", ya debemos ir preparándonos para cualquier cosa.
En fin, son las consecuencias de la modernidad a toda costa; de las ganas de no dejar nada como estaba, por muy bien que estuviera; de la pasión por la innovación tontorrona y de las ínfulas creativas que tienen muchos que probablemente no tienen mucho que hacer.