Cuando me enteré de la existencia de Lennox, cuando le eché un ojo a la trama y a la ambientación, al conjunto, me sorprendió bastante; como alguien, en los tiempos que corren, de buscar algo completamente distinto a todo, de modernas tramas, de violencia gratuita y recursos fáciles y vistosos, de peluqueros detectives, en fin, de modernizar el género, se atrevía a escribir una novela absolutamente clásica. Se ganó mi confianza al momento.
Y es que Lennox, es clásica hasta en el color, porque según Craig Russell nos contó, cuando la escribía, con una buena música de los cincuenta de fondo, en su cabeza, las imágenes de la novela, se sucedían en blanco y negro. Una apuesta así no es fácil, creo yo. Intentar sacar adelante un detective ambientado en los cincuenta hoy en día es una jugada arriesgada, solo hay que echar un vistazo en cualquier librería, pocos son los que hacen esta apuesta. Estamos rodeados de novelas modernas, algunas con toques sobrenaturales, muchas de detectives casuales, periodistas, peluqueros, policías retirados, jubilados, hackers, y un sinfín de perfiles distintos, y muy pocas de detectives de corte clásico, hasta hoy.
Si es verdad que hay novelas con detectives clásicos, pero la mayoría se escribieron hace años, en los tiempos de Chandler, Mcdonald o Hammett, era la norma.
Lennox es una novela ambientada en Glasgow, en los años cincuenta, con un detective duro, descarado, mujeriego, bebedor y que siempre se mete en líos. ¿A alguien le recuerda a algún otro detective? Pues olvidadlo, no se parecen en nada. Lennox, que así es como se llama nuestro detective, por supuesto que tiene mucho de Marlowe, no en vano Marlowe es el gran icono de la novela negra de todos los tiempos, además de ser una de las influencias directas de Russell, según nos confesó este. Nuestro Lennox es bastante diferente, aún y encajar con el perfil típico de detective clásico, Lennox tiene sus peculiaridades, y hace difícil una comparación con Marlowe, Spade o Archer.
Para empezar Lennox nació en Glasgow, pero creció en New Brunswick, en la costa este de Canadá, hasta que se enrolo en el ejército donde llegó a Capitán de la Primera División canadiense. Luchó en la segunda Guerra Mundial combatiendo en Italia, Holanda y Alemania. De allí se trajo una fea cicatriz en la mejilla, un carácter cínico, un humor fino como una navaja y un alma triste y un poco deshumanizada. Lennox se rodea de mujeres fáciles, nunca profesionales, por las que siente primero deseo, luego pena y finalmente remordimiento, tiene una oficina en la calle Gordon, pero los auténticos contactos los hace en el bar Horsehead, entre las 7,30 y las 9 de la noche. Conduce un buen coche donde ¨…tener una bicicleta que realmente habías comprado en lugar de robarla ya te daba un nivel alto, así que ser dueño de un coche te confería un glamour hollywoodiense.¨ y vive en un apartamento situado en la parte alta de una casa de aspecto victoriano que comparte con una viuda, dueña de la casa.
Respecto al carácter, Lennox es duro sin llegar a ser demasiado violento, aunque en algunos casos esa deshumanización heredada de los combates de guerra, hacen que Lennox pierda el mundo de vista y golpee a su oponente prácticamente hasta la muerte. Sobre todo cuando ese alguien golpea primero y sin motivo aparente. En la mayoría de los casos Lennox es un tipo dialogante y pacifico. Lennox hace pequeños trabajos de robos y desapariciones, pero su gran fuente de ingresos son Los Tres Reyes, los tres grandes mafiosos de Glasgow que controlan a partes iguales toda la ciudad y sus alrededores.
Así que ya veis que poco tiene en común con el resto de detectives que tantos buenos ratos nos han hecho y nos hacen pasar, más aún será la diferencia cuando leas Lennox y lo comprobéis por vosotros mismos.
En este primer volumen, Frankie un mafioso de poca monta, le pide a Lennox que investigue la muerte de su hermano, asesinado a sangre fría; pero Lennox se niega a hacer el trabajo. Al poco tiempo, Frankie también aparece asesinado, y Los Tres Reyes algo inquietos, le piden a Lennox que averigüe que se traían entre manos los hermanos y quien los ha matado. A partir de ahí Lennox investigara cada uno de los movimientos de de los hermanos hasta llegar, poco a poco a esclarecer que ha pasado para que los hermanos acabaran en el depósito de cadáveres y, lo más importante, que tramaban a espaldas de los tres mafiosos más importantes de todo Glasgow.
Un argumento a priori algo simple, que de ninguna manera defrauda ni afloja, y que por el contrario, sorprende en la frescura y la complejidad, que no en la confusión. Una trama perfectamente engrasada, encajada y desarrollada que, con un Glasgow increíblemente bien dibujado y perfecto, nos ara disfrutar como nunca del sabor de las novelas negras de siempre, esas en blanco y negro que ya no se hacen, esas que hay que buscar en librerías de segunda mano, esas de las que luego, surgió todo.
Vale mucho la pena sumergirse en la niebla de Glasgow, conocer a Lennox, acompañarlo con su flamante Atlantic en busca de pistas. Lennox posee una moral peculiar, única, que poco a poco se va dejando ver a lo largo de la novela, una moral que va cambiando, madurando, endureciéndose a lo largo de la novela y que nos hace enmudecer hacia el final de la novela, de hecho al final del todo, en la última página. Una moral que, sedienta de algo más antiguo que la humanidad, nos ara desplegar una amplia sonrisa cuando lleguemos a la ultima letra de esta historia.
Russell escribe muy bien, con fluidez y buen ritmo, con claridad y sin remilgos. La traducción es correctísima y la edición buena. La segunda novela del detective Lennox ya está en las librerías y se llama El beso de Glasgow. Las dos están editadas por Roca Ed.