Leo Messi, otra vez el mejor jugador del mundo

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Tal y como habíamos previsto en un artículo anterior acerca de la gala de la FIFA que premia a los mejores, Leo Messi se acaba de proclamar ganador del FIFA Balón de Oro por tercera vez consecutiva. No hay duda de que es el mejor jugador del mundo y lo será hasta que el decida dejar de serlo, porque hoy por hoy, aunque hay excelencias dignas del mismo galardón, ninguno le supera. Por supuesto tampoco Cristiano Ronaldo, que hoy al no asistir ni a la gala estando nominado, deja claro que la postura de su club es bastante mediocre. Pero dejando esto a parte quiero recordaros una anécdota.

Hace unos años, concretamente en el 2006, en una mañana de invierno y posiblemente afectados por el frío, dos compañeros de trabajo se atrevieron a cuestionar la calidad de Leo hasta el punto de negar su calidad como la de un crack. La acalorada discusión duró bastante y aunque a mi me tocó la parte fácil, la de asegurar que con solo 19 años ya lo era, las burlas fueron constantes. Con la seguridad de tener la posesión de la verdad, me atreví a escribir en un papel su pensamiento y colgarlo en la pared “Leo Messi no es un crack” para que con el tiempo, se diesen cuenta del disparate. A partir de ahí cada vez que Leo no marcaba, los recordatorios acerca de su cuestionable clase afloraban como la espuma, pero claro, eso duró poco y el papel seguía ahí, colgado.

No voy a relatar los triunfos conseguidos por el argentino desde entonces, ni su palmares, no hace falta, no me hizo falta hace 6 años cuando no había ganado nada ni ahora para juzgar su enorme categoría, repito sin ningún mérito por mi parte, porque como todos sabéis él mismo demuestra en cada partido porque es el mejor, Leo es noticia cuando no marca, cuando no gana y con eso está todo explicado.

Cuestionar este hecho es hoy en día pedir ser ingresado en un manicomio, Leo es un crack y según la FIFA, el mejor jugador del mundo por tercer año consecutivo. A continuación os dejo con un fragmento del famoso anuncio que ya predecía su categoría. Por cierto, el papel colgado en la pared desapareció un buen día a los pocos meses y nunca nadie más volvió a saber de él.