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Esta jornada una vez más el defensa central del R.Madrid, Pepe, ha vuelto a deleitarnos con su maravilloso abanico de posibilidades y artimañas para demostrar como ser agresivo, saltarse las normas y no ser expulsado. Es envidiable el elenco de posibilidades que nos ofrece el defensa portugués, sin duda un caso digno de estudio tanto desde el punto de vista del jugador como desde el punto de vista arbitral, aunque todos sabemos ya a estas alturas de la película la calidad de quien se encarga de juzgar dichos episodios. Pero por muy raro que parezca Pepe tiene cinco puntos en común con el mejor jugador del mundo, al que también ha agredido físicamente, Leo Messi, veámoslas:
Ciertamente, os tengo que reconocer que las únicas cinco coincidencias que conozco entre ambos son cinco tarjetas amarillas: los dos se van a perder el próximo partido por acumulación de tarjetas. Cierto, Leo Messi y Pepe han reunido a estas alturas de la competición las mismas, cinco.
Leo las ha recibido por no hacer ni una sola falta, todas han sido por protestar(1), una supuesta simulación de un penalty(1) o por tocar el balón con la mano(3), Pepe ha recibido las mismas cinco amarillas pero como no, todas por cometer faltas, muchas de ellas de tarjeta naranja.
La verdad es que tiene su gracia que dos jugadores tan diferentes hayan acumulado a estas alturas del campeonato las mismas tarjetas y los dos se tengan que perder un partido por motivos tan dispares en la razón por la que se las han señalado. Sin duda uno de ellos dejará de ofrecer un valor añadido a la Liga y el otro dejará de molestar con sus impertinentes agresiones a la carta. ¿Fallo del sistema? No se como llamarlo.
No os puedo ofrecer coincidencias pero si multitud de diferencias entre lo que es un jugador de fútbol creativo y genial y un artesano del taco, la marca y el cinismo vestido de futbolista. Pepe es un buen defensa que ensombrece sus actuaciones constantemente con el uso de la agresión física y muestras de una enajenación mental propia de Hannibal Lecter, un auténtico mendrugo corriendo detrás de un balón que mientras no respete al fútbol, el fútbol no le debería respetar a él.